El héroe de las mil galaxias: el día que George Lucas conoció a Joseph Campbell
Libros
Por: Yael Zárate Quezada - 05/02/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 05/02/2025
Una nueva esperanza vio la luz un 23 de diciembre de 1977 y desde entonces todo el universo de Star Wars se ha expandido hasta rincones más allá de la galaxia. Con nueve películas que unen la llamada trilogía original, dos spin-off, catorce series de televisión y algunas más en camino, todas las creaciones de Lucasfilm se han convertido en parte de la vida de sus millones de fanáticos en todo el mundo.
Y es que, como toda buena historia, la estructura está pensada para seguir el camino del héroe. Esto no es un secreto, George Lucas, el responsable de que cada 4 de mayo se congreguen personas a celebrar el día de Star Wars, era un gran admirador de Joseph Campbell, el escritor y mitólogo estadounidense que en su obra más conocida –El héroe de las mil caras– planteó la narrativa mítica a la que se somete cada héroe de la literatura y que también se conoce como el monomito.
Este modelo universal describe el viaje del protagonista desde su mundo ordinario hacia uno de aventuras, enfrentamientos y transformaciones, hasta regresar a casa con nuevos conocimientos o poderes. Si bien Campbell se inspiró inicialmente en el enigmático Finnegans Wake de James Joyce para desarrollar su obra, conforme avanzó en ésta encontró una especie de patrón que se repetía en historias legendarias pertenecientes a la herencia común de la humanidad, desde el antiguo Egipto hasta la Grecia de la era de los dioses olímpicos, la Babilonia de la historia de Enkidú, algunas historias del pueblo iroqués e incluso el devenir de figuras religiosas como Krishna, Buda y Jesús.
Campbell analizó ese patrón para fragmentarlo a su vez en fases o etapas reconocibles de un "camino" que los protagonistas de dichas historias seguían casi ineluctiblemente. A esta trayectoria se le comenzó a conocer como "el camino del héroe" y, grosso modo, señala el proceso de transformación de una persona "común" en un "héroe" o "heroína" a través de momentos claramente marcados, que oscilan entre la prueba, la dificultad, el riesgo, el compañerismo y otros estados afines.
Las ideas del "camino del héroe" se pueden apreciar mejor sobre todo en la llamada "trilogía original" de Star Wars o "primera trilogía", es decir, las cintas que se estrenaron entre 1977 y 1983 y que corresponden a los episodios IV, V y VI de la historia, o dicho de otro modo, a las películas Star Wars (después renombrada "Una nueva esperanza"), El imperio contraataca y El regreso del Jedi, respectivamente. En éstas, las fases del monomito de Campbell destacan con claridad: un joven –Luke Skywalker– que desconoce su origen pero que, al mismo tiempo, siente la inquietud de una vocación misteriosa que lo llama a salir de los límites en los que se encuentra; el guía –Obi-Wan Kenobi y Yoda en distintos momentos– con el que coincide "inesperadamente–; los amigos (o "ayudantes") con los que se cruza también imprevistamente y cuando más lo necesita; la muerte simbólica y su posterior renacimiento (el entrenamiento con Yoda en los pantanos de Dagobah, este planeta en sí mismo una especie de Tártaro como el que cruzó Orfeo en pos de su propia misión), etcétera. Y esto mismo podría encontrarse en el periplo de Anakin Skywalker, el padre de Luke y, para algunos, el verdadero protagonista de la saga entera.
Aunque la primera película de la saga de Star Wars ya había acaparado la atención de los fanáticos, no fue sino hasta siete años después, cuando las circunstancias harían que Lucas y Campbell coincidieran.
Esta es una historia brevement contada de cómo en toda la inmensidad espacial, el polvo de estrellas a veces se une con otra de sus partes para crear algo mucho más grande.
El año era 1984 y el escenario no podía ser más simbólico; era el Palacio de Bellas Artes de San Francisco. Allí, Joseph Campbell encabezaba una serie de charlas sobre mitología y la expansión de la conciencia humana. George Lucas, por entonces una figura enigmática del cine moderno, decidió asistir como un espectador más, aunque sabía que ese encuentro era inevitable. Llevaba años estudiando la obra de Campbell. Sus guiones para Star Wars estaban llenos de guiños a sus teorías. Para Lucas, Campbell era algo más que una influencia; era una brújula filosófica.
El primer acercamiento entre ambos no fue particularmente memorable. Según relató Barbara McClintock, amiga en común de ambos y científica ganadora del Nobel de Medicina, el ambiente era intelectual, denso, algo frío. Fue entonces cuando McClintock recurrió a un viejo conocido, David Abrams. Con un simple acto performativo, Abrams colocó la mano de George sobre la de Joseph. “Y eso fue todo”, recordó. Aquel contacto silencioso funcionó como puente. La magia, literalmente, los había unido.
A partir de entonces, Campbell y Lucas comenzaron una amistad poco convencional, marcada por intensas conversaciones sobre mitología, narrativas universales y el papel del arte en la transformación cultural. Había química intelectual, pero también una profunda admiración mutua. Lo curioso era que, a pesar de la cercanía, Campbell aún no había visto ninguna película de Star Wars.
Ese pendiente se resolvería poco después. Lucas, con la hospitalidad de un anfitrión orgulloso, invitó a Joseph y a su esposa Jean al recién terminado Rancho Skywalker, su retiro creativo en el norte de California. En un solo día, Campbell vio por primera vez las tres películas originales de la saga: Una nueva esperanza, El imperio contraataca y El retorno del Jedi. Lo hicieron en sesiones consecutivas, con pausas para comer y conversar. Según recuerda Lucas, esa fue la primera vez que alguien veía las tres cintas seguidas.
La reacción de Campbell fue tan silenciosa como contundente. Al terminar la última película, se volvió hacia Lucas en medio de la penumbra del salón privado y le dijo: “¿Sabes? Creía que el verdadero arte se había acabado con Picasso, Joyce y Mann. Ahora sé que no”.
Ese elogio, proveniente del mayor experto en mitos modernos, selló una conexión que iba mucho más allá del cine. Era un reconocimiento de que la narrativa visual podía convertirse en mitología viva, en alimento simbólico para las generaciones futuras. Campbell no sólo entendió Star Wars como un homenaje a sus ideas, sino como la evidencia de que su pensamiento se mantenía con fuerza.
Bill Moyers, George Lucas y Joseph Campbell en el Rancho Skywalker en 1987 durante la filmación del documental "El poder del mito".
La amistad continuó hasta finales de los años ochenta, cuando Campbell falleció a causa de un cáncer de esófago. Para entonces, ya era claro que el monomito había encontrado un nuevo lenguaje: el de las estrellas, los sables láser y las galaxias muy, muy lejanas.
Con todo, cabe destacar que de esa relación –y de una cierta inclinación a la gratitud y al homenaje que se le podría atribuir a Lucas, quien ha compartido el éxito logrado con maestros de quienes se inspiró, como Akira Kurosawa– surgió una serie titulada El poder del mito, grabada en su mayor parte en el rancho Skywalker del director y transmitida en seis capítulos en Estados Unidos entre el 21 y el 26 de junio de 1988 por la cadena PBS. En este documental, Campbell habló con el periodista Bill Moyers a propósito de las ideas más destacadas obtenidas de su amplio trabajo con los mitos. Las conversaciones se publicaron después como libro –con el mismo título de la serie– y actualmente se puede encontrar también íntegro en YouTube.
Como en todo mito, hay un momento en que el héroe encuentra a su maestro. Pero también hay un momento en que el maestro reconoce al héroe. La historia entre Joseph Campbell y George Lucas no es sólo la anécdota de un encuentro fortuito entre dos grandes mentes, sino la confirmación de que las ideas, cuando viajan por el universo adecuado, pueden transformarse en epopeyas.