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En 1940, México vivió un fugaz experimento de legalización de drogas bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas. Una historia real que parece ficción, pero que hoy cobra un eco sorprendente frente a los debates actuales sobre la política de drogas

Hubo un momento en la historia de México —insólito, audaz y prácticamente olvidado— en que las drogas dejaron de ser perseguidas por la ley y pasaron a ser tratadas como un problema de salud pública. Fue en 1940, cuando el presidente Lázaro Cárdenas, conocido por su agenda progresista, firmó un reglamento que despenalizaba la posesión y el consumo de sustancias como la marihuana, la cocaína y la heroína.

El Reglamento Federal de Toxicomanías, promulgado el 5 de enero de aquel año, marcó un giro radical en la política de drogas del país. Con esta nueva norma, los adictos dejaron de ser considerados criminales, en cambio, se les reconocía como personas enfermas que necesitaban atención médica y no un castigo.

La propuesta se aprobó casi de inmediato y un mes después, en febrero, la compra de pequeñas dosis estaba permitida bajo prescripción médica y control clínico. 

Lázaro Cárdenas, Archivo de Petróleos Mexicanos (1938)

En la Ciudad de México surgieron dispensarios supervisados por profesionales de la salud donde se ofrecían dosis reguladas de morfina y cocaína a precios accesibles. Incluso se liberó a personas encarceladas por delitos menores relacionados con drogas. La policía redujo los arrestos por estas causas, y al menos mil personas acudían cada día a recibir atención médica.

La respuesta fue mixta, pero mayormente positiva. Mientras algunos sectores conservadores advertían sobre una supuesta ola de criminalidad, la mayoría de médicos, periodistas y ciudadanos vio en esta política una salida humana y razonable a la adicción. Incluso se consideraba que “atraer al adicto en vez de perseguirlo” representaba un camino fundamental para enfrentar el problema de fondo.

Pero el sueño duró poco y en junio del mismo año, apenas seis meses después, el gobierno anunció que la escasez de narcóticos como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial impedía continuar con el programa. En julio, México reinstauró la legislación punitiva de 1931, echando por tierra uno de los primeros intentos en el mundo por regular las drogas con enfoque sanitario. 

Cárdenas culminó su mandato en noviembre de ese mismo año, en 1940, y esta propuesta progresista no pudo trascender como él hubiera querido. 

México ya vivió una alternativa posible al prohibicionismo. Una opción que no nació de la teoría, sino de la experiencia concreta. Hoy, tras décadas de violencia asociada al narcotráfico, desaparecidos y desplazados, esta historia cobra una nueva dimensión. No es solo un dato curioso del pasado, sino una prueba de que otra política de drogas sí fue posible, aunque solo por un brevísimo instante. 


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Imagen de portada: Hulton Archive