*

«La falla»: infancia y educación entre cantos patrios y simulacros de tiroteo

Arte

Por: Carolina De La Torre - 05/20/2025

El documental de Alana Simões se adentra en un aula de educación primaria donde conviven juegos, ternura y los ecos de un país fracturado; a través de los ojos de niñas y niños, se revela el México que somos, el que narramos y el que, quizá, aún podemos reconstruir

En una pequeña aula de Acatic, Jalisco, hay un temblor que no se ve pero se siente. Las paredes están adornadas con dibujos, el himno se entona con voz titubeante y los recreos huelen a tierra mojada y a juegos a medio entender. Pero también hay palabras que no deberían habitar tan pronto en el léxico de un niño: abuso, violencia, tiroteo.

La falla, documental dirigido por Alana Simões, se sumerge en en el universo infantil con una delicadeza radical. No busca responder, sino preguntar. ¿Qué se está narrando a nuestras infancias? ¿Qué están entendiendo ellas de este país que apenas comienzan a habitar?

El epicentro de esta película es el salón de la maestra Celeste, una joven profesora normalista que recibe su primer grupo de segundo grado como si fuera una promesa, sin saber que también será un espejo. En ese espejo caben tanto la risa como el trauma. Simões, que regresó a México después de una década en España, encontró en esa aula el inicio de una ruta que no pretende ser pedagógica, sino profundamente humana.

Porque ahí, entre el semáforo del cuerpo (una herramienta para detectar el abuso sexual infantil), los simulacros de tiroteos y las coreografías de la escolta, aparece el verdadero rostro de lo que somos. No hay dramatización, tampoco hay victimización. Hay una cámara que acompaña, que observa en cuclillas, que escucha lo que a veces ni los adultos quieren oír.

La falla no está solo en la educación”, dice Simões. “Es un sistema completo que se ha fracturado. Y sin embargo, en medio de esa grieta, están estas criaturas pequeñas que preguntan, ríen, se rebelan y documentan su propia despedida”.

Sí, porque los niños también toman la cámara. El documental es, en parte, una obra dentro de otra: los alumnos filman su despedida de la maestra Celeste, y en ese juego metacinematográfico dejan ver qué les duele, qué les mueve, qué los hace reír. Como si el acto de grabar pudiera ser también una forma de comprender el mundo.

El retrato que construye La falla no es ni romántico ni crudo, sino algo más complejo: honesto. Ahí están los nacionalismos que siguen enseñándose con solemnidad, las etiquetas que se pegan en la infancia y que luego es tan difícil despegarse. La niña justa, el niño problema, la que parece saber más de lo que debería. Ahí está México, en miniatura.

La cinta, que se estrenó comercialmente este 15 de mayo, ha resonado también entre docentes y autoridades educativas. No es un panfleto, sino un detonador. En palabras de la directora, “los maestros no quieren herramientas judiciales para enfrentar lo que reciben en el aula: quieren herramientas emocionales”.

La falla es, en el fondo, un mapa de fracturas que se heredan sin querer. Pero también es una invitación a mirar, con atención y ternura, lo que sigue naciendo entre los escombros. Porque la infancia, incluso cuando se tambalea, sigue encontrando maneras de sostenerse.


También en Pijama Surf:¿Una sala de cine de MUBI en México? Esto es lo que ha dicho su CEO


Imagen de portada: «La falla», Alana Simões (2024)