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Un estudio preliminar sugiere que ciertos tipos de fibra dietética ayudan a reducir los niveles de químicos PFAS, asociados a problemas de salud como cáncer y enfermedades renales.

Un nuevo estudio ha encontrado indicios prometedores de que consumir más fibra en la dieta puede reducir los niveles de dos de los químicos permanentes más comunes y peligrosos: el PFOA y el PFOS. Estas sustancias, que forman parte de un grupo de alrededor de 15,000 compuestos conocidos como PFAS, son ampliamente utilizadas en productos resistentes al agua, la grasa y las manchas, y han sido vinculadas con diversos problemas de salud graves como cáncer, enfermedades renales, alteraciones hormonales y del sistema inmunológico.

Los PFAS son conocidos por su persistencia tanto en el ambiente como en el cuerpo humano: pueden tardar años en eliminarse por completo, y prácticamente todas las personas tienen algún nivel de estos compuestos en su sangre.

En el estudio —aún en fase preliminar— se observó que el consumo de fibra, en particular mezclas de fibras solubles e insolubles, puede facilitar la eliminación de estas sustancias a través de las heces. La teoría detrás de este efecto es que la fibra forma un gel en el intestino que impide la reabsorción de los PFAS, un mecanismo similar al que se ha observado en la eliminación de ácidos biliares, compuestos químicamente parecidos.
La investigación se basó en pruebas con ratones y un grupo pequeño de humanos, pero ya se prepara un estudio más amplio. Jennifer Schlezinger, investigadora de la Universidad de Boston y coautora del estudio, destacó que los resultados son alentadores, especialmente porque se trata de una intervención accesible, económica y fácil de implementar.

Una de las fibras destacadas por su eficacia es el betaglucano de avena, que puede añadirse a un vaso de jugo y consumirse con las comidas, momento en el que el cuerpo libera mayor cantidad de bilis, lo que parece ser clave en el proceso de eliminación de estas sustancias.

Hasta ahora, uno de los tratamientos utilizados para reducir los niveles de PFAS en sangre es un medicamento para el colesterol llamado colestiramina. Sin embargo, puede provocar efectos secundarios como evacuaciones intestinales muy duras o frecuentes. La fibra, por el contrario, aporta beneficios adicionales y mejora la salud digestiva.

Aunque el estudio aún no es concluyente, abre la puerta a estrategias más sencillas y naturales para mitigar los efectos de una exposición química que, en muchos casos, es inevitable. Además, resalta la importancia de seguir investigando cómo lo que comemos puede influir en nuestra capacidad de eliminar tóxicos del cuerpo.


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Imagen de portada: Salud y familia