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El Vaticano confirmó el fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio a los 88 años. Su papado, iniciado en 2013, dejó una huella profunda por su cercanía con los más vulnerables, su postura aperturista y una mirada crítica hacia dentro de la Iglesia.

Este 21 de abril, el Vaticano confirmó la muerte del papa Francisco a los 88 años. Jorge Mario Bergoglio —como fue nombrado al nacer en Buenos Aires en 1936— falleció tras varias complicaciones de salud que se agravaron en los últimos meses. Fue el primer pontífice latinoamericano de la historia y una de las voces más influyentes del escenario religioso, político y social global de la última década.

Su deceso marca el cierre de un capítulo inédito para la Iglesia católica, iniciado en 2013, cuando Francisco asumió el papado tras la histórica renuncia de Benedicto XVI. Hoy, el Vaticano se prepara para el Cónclave que elegirá a su sucesor, en medio de un contexto de transformaciones internas y múltiples desafíos para la Iglesia.

Un papado de tensiones, puentes y contradicciones

Francisco no fue un papa convencional. Desde el inicio rompió con varios protocolos tradicionales: eligió vivir en la residencia de Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, habló sin rodeos sobre temas como el cambio climático, las uniones homosexuales, la migración, y abordó asuntos incómodos dentro de la propia institución que encabezaba.

A lo largo de su pontificado buscó acercarse a los márgenes, tanto en sentido literal como simbólico. Visitó regiones alejadas del radar diplomático vaticano, tendió la mano a otras religiones y promovió el diálogo interreligioso. No obstante, su liderazgo también enfrentó críticas severas por el manejo de los escándalos de abusos sexuales dentro de la Iglesia y por la lentitud en las reformas estructurales que prometió desde su elección.

Salud quebrantada, legado complejo

Francisco fue hospitalizado varias veces por infecciones respiratorias y problemas intestinales. En febrero pasado, el Vaticano informó que padecía una neumonía bilateral agravada por condiciones crónicas como bronquiectasia y bronquitis asmática. A pesar de ello, su última aparición pública fue apenas unos días antes de su muerte, durante una reunión privada con el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance.

La salud del papa era motivo constante de atención, pero nunca limitó del todo su actividad. Con frecuencia se le veía en silla de ruedas o apoyado en un bastón, pero seguía enviando mensajes, tomando decisiones y viajando cuando su condición lo permitía.

¿Qué sigue para el Vaticano?

Con su muerte, se activa el protocolo que dará paso a la elección del nuevo pontífice. El Cónclave reunirá a los cardenales con derecho a voto, quienes deberán elegir al próximo líder espiritual de más de 1,300 millones de católicos en el mundo.

Más allá del rito y la formalidad, queda una figura que dividió opiniones, pero dejó huella. Francisco fue, en muchos sentidos, un papa del siglo XXI: más humano, más político, más cuestionado. En sus propias palabras, aspiraba a una Iglesia “pobre y para los pobres”, aunque sus intentos de renovación enfrentaron resistencias dentro y fuera del Vaticano.

Hoy, el mundo católico queda en duelo. Y el futuro de la Iglesia, nuevamente, se escribe desde la incertidumbre.


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Imagen de portada: BBC