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Lola Álvarez Bravo: fue la primera mujer fotógrafa del país y su legado se asoma hacia lo íntimo y lo cotidiano

Durante más de un siglo, la historia de la fotografía en México fue contada a través de los ojos de hombres. Desde aquel primer daguerrotipo del Palacio Nacional capturado por Gabriel Lico en 1839, pasando por los retratos de Julio Anaya en 1841 y hasta ya entrado el siglo XX, el discurso visual se mantuvo ajeno a las voces femeninas. Tuvieron que pasar casi cien años para que una mujer tomara la cámara no como un instrumento decorativo o doméstico, sino como herramienta intelectual, artística y política. Esa mujer fue Lola Álvarez Bravo, la primera fotógrafa mexicana reconocida del arte moderno en nuestro país. 

Nacida como Dolores Martínez de Anda en 1907 en Lagos de Moreno, Jalisco, Lola vivió en carne propia las contradicciones de una época que limitaba las aspiraciones femeninas al espacio doméstico. Sin embargo, desde joven mostró una inquietud que se salía de los márgenes impuestos.

La historia cuenta que fue a través de su matrimonio con el fotógrafo Manuel Álvarez Bravo que Lola se acercó a la cámara. Sin embargo, Lola no solo aprendió fotografía, sino que la reinventó. Aquel primer viaje a Oaxaca en los años veinte con su esposo Manuel marcó el inicio de una búsqueda que no terminaría jamás. A su regreso, ya instalada en la Ciudad de México, abrió una galería en las cercanías de Donceles. En sus paredes colgaban retratos de amigos que hoy habitan la memoria colectiva: Frida Kahlo, Diego Rivera, Siqueiros, Orozco, Rufino Tamayo. 

«Carlos Fuentes», Lola Álvarez Bravo (1952)

Aunque interesante, su lente no solo se fijó en los rostros consagrados del arte nacional, también documentó la vida cotidiana, el mundo rural, las luchas sociales y la arquitectura de un México que se encontraba en un proceso de transformación constante.  

«El baño», Lola Álvarez Bravo (1940)

Un hecho importante en su carrera como fotógrafa, es que en 1951, abrió la Galería de Arte Contemporáneo y organizó la única exposición en vida de Frida Kahlo, una hazaña que aún resuena en los anales del arte mexicano. Años después, su serie Frida y su mundo se convertiría en una de las representaciones más íntimas y penetrantes de la artista.

«Frida Kahlo», Lola Álvarez Bravo (1944)

En 1964 presentó su primera exposición individual y su trabajo comenzó a circular internacionalmente. En 1985, una placa con su nombre se instaló en el Teatro Degollado de Guadalajara, durante una exposición retrospectiva. Finalmente, en 1989, se retiró de la vida profesional, cuatro años antes de su muerte en la Ciudad de México.

«Ruth Rivera Marín», Lola Álvarez Bravo (1950)

La vida y trabajo de Lola Álvarez Bravo es también la historia de la entrada de la mujer mexicana en el terreno de lo visual, de lo público, de lo simbólico y al final juega una suerte de recordatorio de que para vivir y visitar México hay que hacer con los ojos abiertos y el corazón inquieto. 


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Imagen de portada: Lola Álvarez Bravo / inba.com.mx