La propiedad, un concepto económico y político en disputa
Política
Por: Yael Zárate Quezada - 04/07/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 04/07/2025
La propiedad es hoy y desde hace años una de las mayores razones de conflicto en la sociedad. Las personas son capaces de arriesgar su vida, su libertad e incluso arrebatar la de otros en defensa de aquello que consideran como suyo.
Pero, ¿realmente algo nos pertenece? ¿Es la propiedad un derecho natural o una construcción histórica y política? Dependiendo del sistema económico y político en el que se analice, la respuesta cambia drásticamente.
El pensador anarquista Pierre-Joseph Proudhon planteó una idea simple pero poderosa: la propiedad es un robo. Desde esta postura, su crítica no iba en contra de la propiedad personal, sino de la propiedad privada entendida como el derecho absoluto de un individuo sobre un bien. Para explicar este concepto, hay que pensar si vas un día a un lago y logras atrapar un pez, no significa que el lago te pertenezca.
Esta visión se sostiene en la teoría del jus utendi, o "derecho de uso", jus fruendi, o "derecho a disfrutar", y jus abutendi, o "derecho de disponer", donde el derecho de uso y disfrute pueden justificarse, pero el derecho de abuso (abusus), es decir, la capacidad de disponer de un bien de manera absoluta, resulta un abuso en sí mismo. Para los anarquistas, la propiedad debería basarse en la necesidad más que en la adquisición legal, promoviendo una organización basada en la solidaridad humana más que en el derecho de apropiación individualista.
Dicho de otro modo, la propiedad pertenece a quien la necesita en un momento determinado. Por ejemplo, si yo tengo una chamarra y tú tienes frío, ese abrigo te pertenece a ti en ese momento. Si tengo un pedazo de comida y tienes hambre, éste te pertenece. Y es que el anarquismo no está en contra de las propiedades pero sí en contra del abuso y el uso que se les dé.
En el capitalismo, la propiedad privada se erige como un factor fundamental para su funcionamiento. Bajo este sistema, la propiedad es individual, perpetua y libremente comerciable. Su regulación depende de códigos legales, pero su esencia se basa en la capacidad de ser comprada o vendida según las normas del mercado.
Sin embargo, bajo la lógica del libre mercado, el capitalismo también permite la venta y privatización de bienes públicos, desde recursos naturales hasta servicios esenciales. Lo que en algún momento fue propiedad común, como el agua o la electricidad, puede convertirse en una mercancía al mejor postor si así lo decide el Estado o los grandes capitales.
En el capitalismo, que funciona también a través de la acumulación y la idea del crecimiento infinito, el derecho individual está siempre por encima de lo colectivo.
Antes de la llegada de los españoles, las sociedades originarias en América administraban la tierra de manera comunal a través del calpulli. Las tierras no podían venderse o regalarse porque le pertenecían a todos los integrantes de la comunidad. Lo que sí era que podían heredarse para garantizar el bienestar de la comunidad y la continuidad de sus tradiciones. Con la conquista y el establecimiento de la Nueva España, esta forma de propiedad fue socavada progresivamente.
Los españoles, basados en su sistema de propiedad privada, impusieron tributos a los pueblos indígenas y promovieron la concentración de tierras en pocas manos. A través de mecanismos como las "mercedes de tierra", las composiciones y las confirmaciones de propiedad, la Corona española facilitó la creación de latifundios.
Con ello, lo que una vez fue una organización basada en la cooperación, se transformó en un sistema de explotación y desigualdad.
Actualmente la forma de organización social dominante se basa en una noción donde la propiedad se mantiene como uno de los mayores valores a alcanzar y mantener. Quizá sea momento de replantearnos si el concepto actual de "lo nuestro" responde a la justicia social que se requiere.