*

«La leyenda de Ochi»: una fábula visual sobre el miedo, la libertad y lo salvaje

Arte

Por: Fernanda Flores - 04/22/2025

Una fábula fantástica que cuestiona la libertad, el miedo y la domesticación de lo diferente en un mundo visualmente impactante

¿Somos seres libres o estamos hechos para el cautiverio? Esta es una de las preguntas centrales de La leyenda de Ochi, una producción original de A24 protagonizada por Helena Zenel, Finn Wolfhard, Emily Watson y Willem Dafoe, bajo la dirección de Isaiah Saxon.

La película se sitúa en un mundo fantástico que desafía las convenciones del cine contemporáneo. En él, Yuri es criada por su padre para temer a una criatura llamada ochi: una especie de animal salvaje que vive libre en el bosque y es temido por los humanos debido a su aparente ferocidad y su historia de destrucción.

La narrativa evoca clásicos como E.T. El extraterrestre (Steven Spielberg, 1982), Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988), El corcel negro (Carroll Ballard, 1979), Kes (Ken Loach, 1969) y, por supuesto, los ochis recuerdan a los Gremlins de los años 80. Saxon se inspiró en el trabajo de creadores como Chris Cunningham —conocido por sus videoclips para Aphex Twin y Björk—, influencia que se nota en la atmósfera visual, los personajes y la paleta de colores de la cinta.

Con una duración de 95 minutos, Saxon entrega un universo emocionalmente poderoso. A través del encuentro de Yuri con un bebé ochi herido, la película reflexiona sobre el miedo, la empatía y la coexistencia. El temor inicial de Yuri se transforma en compasión al comprender que la criatura, aunque puede ser agresiva, también busca vivir en armonía cuando no se siente amenazada.

El diseño del ochi se inspira en el Mono Chato Dorado, una especie en peligro de extinción que habita en China. Con ello, el director establece un vínculo entre la fantasía y las problemáticas reales del mundo natural. La película denuncia, de forma sutil pero efectiva, nuestra tendencia a dividir el mundo en categorías para imponer jerarquías y control sobre lo desconocido.

Durante los primeros minutos, vemos cómo Maxim —el padre de Yuri— entrena a un grupo de niños para combatir a los ochis, movido por el deseo de venganza. Esta escena expone cómo el miedo es aprendido y perpetuado, especialmente cuando es inculcado desde la infancia.

Sin embargo, ni Maxim es un villano. Su miedo proviene de vivencias personales. En contraste, Dasha, la madre de Yuri, se relaciona con los ochis desde un lugar de respeto. Ella reconoce que no son domesticables, aunque también los marca en un mapa con puntos rojos, igual que a sus ovejas, revelando una ambivalencia entre libertad y control.

La película plantea una pregunta profunda: ¿existe realmente un lugar natural asignado para cada ser o somos los humanos quienes imponemos estos límites? Yuri y su comunidad viven alejados del mundo moderno, sin productos industriales ni transporte convencional, una metáfora clara de cómo las sociedades organizan, marginan y clasifican a quienes son diferentes.

Visualmente orgánica y emocionalmente resonante, La leyenda de Ochi nos invita a repensar nuestra relación con la naturaleza, con lo otro y con lo que nos aterra. Su estreno, el próximo 24 de abril, distribuido por Zima Entertainment, promete emocionar, sacudir y reconectar con lo más esencial del cine como arte y experiencia transformadora.