*

El caso de Jianwei Xun y la publicacion «Hipnocracia» pone en entredicho los límites que existen entre la verdad, la inteligencia artificial, la manipulación en la era digital, la creatividad y la atribución de autoría de una obra supuestamente humana

"Por más que avancemos en el campo de la inteligencia artificial, siempre sentiremos que hay una especie de enano escondido dentro de los robots".

Ismael Espinosa Espinosa («¿Cómo ves?», 1998)

 

Es muy probable que la concepción que tenemos actualmente de la Inteligencia Artificial y el impacto que tienen activamente en nuestro día día sea muy diferente al que nos imaginamos en el siglo XX y los albores del XXI.

Antes, cuando se hablaba de Inteligencia Artificial se pensaba casi por automático en una especie de humanoide que estaría caminando entre las calles y que su presencia sería asimilada de manera cotidiana entre la sociedad. Los pensábamos como ayudantes para hacer compras, limpiar la casa e incluso como aliados para hacer operaciones más precisas como declarar impuestos o conducir un auto, pero muy pocas personas se imaginaron que el papel de estas inteligencias tendría tal relevancia que podría incluso hacerse pasar por un ser humano como cualquier otro, llegando al extremo de engañarnos por completo.

Esto fue justamente lo que ocurrió con Jianwei Xun, el “filósofo” chino que teorizó sobre el concepto de “hipnocracia” y que a principios de 2025 publicó lo que se anunció como “el libro del año”: Hipnocracia: Trump, Musk y la nueva arquitectura de la realidad, a propósito de los métodos de manipulación que existen en la sociedad actual, como su título lo anuncia.

Los pedidos en Amazon comenzaron e incluso varios medios de comunicación citaron fragmentos en varios de sus artículos. Todo parecía indicar que este nuevo autor originario de Hong Kong le había dado al clavo con su publicación.

Sin embargo, la realidad sorprendió a miles de personas cuando se dio a conocer que Jianwei Xun en realidad nunca existió y que sólo fue el invento de un italiano que asegura que todo fue un performance artístico.

La paradoja de la hipnocracia

La revelación del “gran filósofo” Jianwei Xun como una construcción artificial es un fenómeno que plantea preguntas incómodas sobre nuestra era. ¿Qué sucede cuando una mentira tan bien elaborada es, en esencia, un experimento filosófico? ¿Dónde trazamos la línea entre arte, teoría y manipulación?

Xun tenía una biografía coherente, presencia en redes, respaldo editorial y académico. Todo era verosímil, tanto que ni expertos ni periodistas pusieron en duda su existencia, hasta que Sabina Minardi, editora del diario lLEspresso, deshizo el hechizo al no encontrar huellas reales del autor. Su investigación terminó por destapar lo que puede considerarse uno de los ejercicios más sofisticados de teoría encarnada en la práctica.

Andrea Colamedici, editor y coautor humano de Hipnocracia, lo explica sin rodeos:

Lo hice porque la intención era hacer todo más efectivo y no solo hacer una teoría, sino hacer un libro que fuera teoría y práctica.

El lector no solo leyó una teoría sobre manipulación, sino que fue parte activa de un experimento de manipulación cuidadosamente diseñado para que luego pudiera verse reflejado en la paradoja.

Este giro es bastante perturbador, porque no proviene de una distopía cinematográfica ni de una conspiración geopolítica, sino de una persona con intereses intelectuales que, mediante la colaboración con herramientas de IA logró diseñar un personaje creíble y funcional, dejando entrever que lo más preocupante no es que nos hayamos dejado engañar, sino lo fácil que fue hacerlo, lo que también abre una pregunta más ¿la credibilidad depende de fuentes confiables o sólo se necesita una narrativa convincente?

El caso de Jianwei Xun no es una anécdota sobre fake news ni un simple performance: es un espejo que nos confronta con la fragilidad de nuestras certezas, con la facilidad con que damos por hecho lo que queremos creer y, sobre todo, con una nueva frontera de creación donde el autor se disuelve en la interfaz.


También en Pijama Surf: La peligrosa ilusión de creer que la inteligencia artificial puede ser consciente


Imagen de portada: Editorial Rosamerón