Francisco: el nombre que eligió la pobreza para incomodar al poder
Sociedad
Por: Carolina De La Torre - 04/21/2025
Por: Carolina De La Torre - 04/21/2025
Cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa en 2013, no solo se convirtió en el primer pontífice latinoamericano. También rompió con siglos de tradición al elegir un nombre inédito en la historia de los líderes de la Iglesia Católica: Francisco. Sin número, sin añadidos, solo Francisco. Ese gesto, aunque parezca menor, dijo mucho más que cualquier discurso.
El nombre fue en honor a San Francisco de Asís, una figura profundamente simbólica: un santo que renunció a todos sus bienes para vivir en pobreza, que habló de paz, de humildad, de fraternidad con la naturaleza y los más olvidados. Un joven rebelde de familia rica que terminó caminando descalzo, curando leprosos y abrazando la idea radical de que Dios no necesita lujos ni poder para manifestarse.
San Francisco nació en Asís, Italia, en 1181 o 1182, hijo de un próspero comerciante. Su juventud estuvo marcada por el privilegio y la búsqueda de gloria, incluso como soldado. Pero una experiencia mística durante su cautiverio lo transformó. Dejó atrás la riqueza familiar, reparó iglesias en ruinas y abrazó una vida de mendicidad y servicio. Su relación con la naturaleza era tan íntima que hablaba con los animales, componía cánticos al sol y a la luna, y veía en todas las criaturas una expresión del amor divino.
Fundó la Orden de los Frailes Menores, conocida después como los "franciscanos", y revolucionó la espiritualidad de su época con un mensaje directo, sencillo y profundamente humano. Fue canonizado apenas dos años después de su muerte, en 1228, y sigue siendo una de las figuras más queridas y universales del cristianismo.
El propio Bergoglio explicó después que la inspiración para su patronínimo le vino en el momento de su elección, cuando el cardenal brasileño Cláudio Hummesle dijo al oído: “No te olvides de los pobres”. Fue ahí cuando pensó en San Francisco de Asís. No en San Francisco Javier, no en otros Franciscos de la tradición católica, sino en el santo que desarmó a la Iglesia medieval con su ejemplo de vida simple y compasiva. Desde entonces, el Papa intentó vivir y exigirle a la Iglesia bajo esa misma lógica: menos estructuras de poder, más contacto con la gente; menos privilegios, más atención a los marginados; menos doctrina, más escucha.
Francisco de Asís fue incómodo para su tiempo. Y Francisco, el Papa, también lo fue. Habló de cambio climático, de migración, de desigualdad económica, inclusive de la homosexualidad, tema tabú para la iglesia católica. Molestó a conservadores y sacudió ciertos pilares del Vaticano con su llamado constante a no olvidar a los que viven fuera del centro.
Su elección del nombre fue una declaración de intenciones. No vino a continuar el status quo, sino a cuestionarlo desde adentro. A recordarle a la Iglesia —y al mundo— que el poder no siempre está en lo alto, a veces está en saber agacharse, en mirar al otro a los ojos, en elegir el camino más difícil.