Un invierno que no duerme: el peculiar motivo por el que los cerezos no pueden florecer en la CDMX
Ecosistemas
Por: Carolina De La Torre - 04/20/2025
Por: Carolina De La Torre - 04/20/2025
En primavera,hay ciudades que se tiñen de rosa y otras simplemente de morado. Aquí, en la Ciudad de México, florecen las jacarandas.
Aunque alguna vez se quisieron sembrar en la capital mexicana para emular los paisajes primaverales de latitudes más boreales, pronto se descubrió que los cerezos en la Ciudad de México pueden crecer, pero difícilmente florear. Y no es por falta de ganas —porque claro que lo intentamos—. En los años treinta, cuando Pascual Ortiz Rubio volvió fascinado de Washington D.C., en Estados Unidos, quiso llenar la ciudad de esos árboles que florecen como un suspiro. Llamó a un jardinero japonés, Tatsugoro Matsumoto, y le pidió ayuda. Pero Matsumoto, con la calma de quien conoce los ciclos y la propia tierra, le dijo que no: que aquí no podían crecer.
No es que fuera capricho. Es que los cerezos necesitan frío. Horas largas de invierno. Silencio y sombra. Necesitan dormirse profundamente para luego despertar y de súbito estallar en flor. Y esta ciudad… esta ciudad no sabe detenerse. No da tregua. Tiene inviernos suaves, erráticos, que no alcanzan a adormecer del todo en el letargo de las bajas temperaturas que sí se alcanza en zonas al norte del planeta.
El cerezo, requiere acumular horas de frío durante el invierno, al menos unas 300 horas con temperaturas entre 0 y 7 grados centígrados. Esa pausa es una orden natural para que el árbol renazca. Sin ella, el ciclo se interrumpe. El cerezo, simplemente, no despierta.
Y aquí está el problema: la Ciudad de México no ofrece ese descanso. Su clima templado de montaña mantiene inviernos suaves, con mínimas que rara vez bajan de los 6°C. En lugar de frío constante, hay sol, calor de mediodía y noches frescas, pero no gélidas. A medio camino entre la botánica y la poesía podría decirse que el invierno de la Ciudad de México es un insomnio climático.
@chiru_u7 sakura - cherry blossom #sakura #cherryblossom #anime #ghibli #atownwithanoceanview #animesceneryedit ♬ nhạc nền - chiru
Así que Matsumoto, sabiendo esto, propuso otra cosa. Algo que pudiera sobrevivirle al caos de este valle. Trajo jacarandas. Y vaya que funcionaron. Florecen cada año como si entendieran esta ciudad mejor que nadie: intensas, resistentes, vibrantes. No son cerezos, no. Pero tienen su propio lenguaje y magia.
Sin embargo, claro que hay intentos. En el orquidario del Parque Bicentenario, por ejemplo, hay unos cuantos cerezos. Una decena, con cuidados extremos, condiciones controladas. Florecen a veces, pero son más un gesto que una realidad. En otras partes del país —en Zacatecas, Durango, Nuevo León—, los cerezos sí se dan. Allá el frío corta. Allá los árboles duermen. Allá florecen sin que nadie los fuerce.
Pero esta ciudad que no duerme, tampoco deja dormir. Y sin sueño, los cerezos no despiertan. Y a veces toca comprender que hay belleza que simplemente no podemos poseer, por más que la deseemos. Y toca apreciar y disfrutar de lo que si se da. Hay que saber cuándo dejar ir, y cuándo dejar que algo nuevo se arraigue.