*

La crisis de la masculinidad, amplificada por figuras como Jordan Peterson, expone la lucha de muchos hombres jóvenes que se sienten atrapados entre los modelos tradicionales de masculinidad y las nuevas exigencias sociales; ¿cómo encontrar un equilibrio sin perder su identidad?

En los últimos años, figuras como Jordan Peterson y otros similares han cobrado relevancia en el debate sobre la llamada "crisis de la masculinidad". Con su retórica disciplinaria, Peterson capturó desde hace unos años a una generación de hombres jóvenes que se sienten extraviados en un mundo donde los valores de autoridad y fortaleza asociados con la "ser hombre" parecen desmoronarse. Para muchos, su discurso es un llamado a la responsabilidad personal; para otros, es una regresión a valores obsoletos que buscan restaurar una jerarquía que ya no encaja en el presente.

Esta crisis tiene raíces profundas. Durante décadas se construyó un ideal de masculinidad basado en la dominación, la autosuficiencia y la represión emocional. Pero las últimas generaciones han crecido con un discurso distinto: se les ha dicho que deben ser sensibles, introspectivos y deconstruirse. El problema es que nadie les explicó cómo transitar ese cambio sin sentirse despojados de su identidad. Así, muchos jóvenes quedan atrapados en una dicotomía imposible: si se aferran a la vieja idea de la masculinidad, son vistos como tóxicos; si la abandonan por completo, sienten que pierden algo esencial de sí mismos.

Aquí es donde entra el fenómeno "incel" (involuntary celibate), una comunidad de hombres que, en su frustración con el mundo moderno, han convertido su resentimiento en ideología. Se ven a sí mismos como víctimas de un sistema que ha desplazado su valor, y en lugar de cuestionarlo, buscan refugio en discursos que validan su frustración. No es casualidad  el cine retome desde distintas perspectivas esto, en "No te preocupes, cariño", el personaje de Chris Pine —quien se dice que está inspirado en Peterson— lidere un culto que idealiza una sociedad donde los roles de género están tradicionalmente definidos. La película, aunque llena de ficción, ilustra un fenómeno real: la nostalgia por un pasado donde los hombres tenían un papel claro, incluso si ese papel dependía de la opresión de otros.

"El problema es que nadie les explicó cómo transitar ese cambio sin sentirse despojados de su identidad."

En América Latina esta misma retórica se ha filtrado en figuras como "El Temach", quien recicla ideas sobre “el verdadero hombre” en un tono más cercano y digerible para su audiencia. La narrativa es la misma: los hombres están perdiendo su lugar porque el mundo les ha exigido transformarse.

Y aunque es cierto que existe una crisis de identidad masculina, la respuesta no está en volver a los viejos esquemas, de forma resentida y violenta, sino quizá en aceptar que la masculinidad no es una estructura fija. La solución no es resistirse al cambio, sino aprender a habitarlo sin miedo desde la propia identidad.

Si algo deja claro este conflicto es que la masculinidad no está en peligro, sino en evolución. Aceptarlo implica dejar atrás el resentimiento que tiende a ser muy pernicioso y construir un nuevo significado que no esté basado en la pérdida de poder, sino en la libertad de ser.


También Pijama Surf: Corte canadiense obliga a Jordan Peterson a someterse 'reentrenamiento' en el manejo de redes sociales


Imagen de portada: «Adolescence» (Stephen Graham y Philip Barantini, 2025)