De bebida sagrada a perseguida: así se tejió la leyenda negra del pulque
AlterCultura
Por: Yael Zárate Quezada - 03/31/2025
Por: Yael Zárate Quezada - 03/31/2025
Hubo un tiempo en que el pulque era considerado un regalo divino, una bebida reservada para sacerdotes y ancianos venerables. Sin embargo, con la llegada de los españoles, esta fermentación espumosa perdió su carácter sagrado y se convirtió en una bebida de consumo popular. Su producción se volvió fundamental para la economía colonial y, más tarde, para los primeros años del México independiente.
Durante años, el pulque fue bastante apreciado por sus propiedades nutritivas y medicinales, sin mencionar su relevancia económica para la capital mexicana y los cultivos de maguey. Rico en vitaminas, proteínas y carbohidratos, era un suplemento alimenticio común entre la población. Incluso Manuel Payno, en su novela Los bandidos de Río Frío, retrata su presencia cotidiana en la alimentación del siglo XIX.
Por más de dos siglos, la industria pulquera vivió su gran auge. Haciendas abastecían mercados locales y ciudades en expansión, mientras que las pulquerías se convertían en espacios de convivencia social. Pero como no hay mal ni bien que dure mil años, la percepción sobre esta bebida comenzó a transformarse durante el Porfiriato.
En la búsqueda por "embellecer" la capital (o "sanearla", como se decía en la época) y evitar los problemas asociados con las pulquerías, el gobierno optó por trasladarlas a las periferias. Surgió entonces la idea de que el pulque embrutecía a quienes lo consumían e incluso que su ingesta era responsable de la "degeneración" de la población indígena.
La campaña de desprestigio no tardó en encontrar aliados en los medios de comunicación. En 1901, el periódico El Imparcial publicó una serie de columnas titulada "Tragedias de pulquerías", en donde se relataba con un enfoque sensacionalista episodios de violencia, asesinatos y peleas ocurridos en estos establecimientos. Esta narrativa fue reforzando la percepción negativa del pulque.
El declive definitivo de la industria llegó después de la Revolución Mexicana. De acuerdo con el historiador Rodolfo Ramírez Rodríguez, en su libro La querella por el pulque, el gobierno de la época, en su afán modernizador, etiquetó al pulque como una bebida arcaica, insalubre y vinculada con la criminalidad. Se promovió entonces la cerveza como una alternativa más "civilizada", respaldada por compañías con poder económico y el apoyo de la infraestructura ferroviaria, que facilitó su distribución en todo el país.
Sin embargo, tal vez el golpe más efectivo contra el pulque no vino de políticas gubernamentales ni de la competencia cervecera, sino de una mentira que aún persiste en la memoria colectiva: el famoso mito del “muñecazo”, el cual falazmente decía que el pulque se fermentaba con excremento animal. Aunque carecía de fundamento, esta historia se difundió a tal grado que hasta el día de hoy no falta un crédulo por ahí que haga malos gestos cuando se le insinúa una invitación para ir por una bebida de este calibre.
Así, aunque le arrebataron su trono, el pulque aún tiene un lugar en la historia y en la cultura popular que sin dudas, será muy difícil de desaparecer.