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La primavera, más allá de ser una estación, se convierte en una metáfora visual del renacer y la fugacidad de la vida en el cine, el alma propia del renacer como narrativa de las historias; desde los recuerdos de «Fresas silvestres» hasta los sueños juveniles de «Little Women», estas películas nos recuerdan que lo efímero es, en su esencia, lo más hermoso

La primavera no solo es un cambio de la naturaleza; es una revelación silenciosa que nos recuerda que el tiempo es cíclico, que todo vuelve a brotar.

En el cine, la primavera se ha convertido en un espacio que a su propio ritmo narra, avanza, cuenta y se transforma en torno a la  juventud y despedida, de renacer o de enfrentar lo que, inevitablemente, se marchita.

Aquí algunas películas donde la primavera no solo es un telón de fondo, sino parte del alma de la historia.

 

Fresas salvajes, Ingmar Bergman (1957) 

Un viaje que es, en realidad, un regreso a la primavera de su vida. El viejo profesor Borg atraviesa paisajes primaverales mientras desentierra recuerdos, amores juveniles y silencios que nunca se rompieron. Como las fresas silvestres que dan nombre a la película, la memoria puede ser dulce, pero también marchita con el tiempo.

 

Cuento de primavera, Éric Rohmer (1990)  

Rohmer tenía la capacidad de capturar estaciones como si fueran estados del alma, y en esta historia de encuentros casuales y relaciones que brotan con la ligereza del viento primaveral, nos recuerda que la vida nunca deja de moverse.

 

El cuento de la princesa Kaguya, Isao Takahata (2013)

La primavera como un parpadeo, una vida que florece y se va en un suspiro. Esta película del Studio Ghibli es un poema visual sobre la belleza efímera, la melancolía de lo que no puede quedarse y la tristeza inevitable de lo que alguna vez nos perteneció.

 

Little Women, Greta Gerwig (2019)

La vida de las hermanas March se despliega a través de las estaciones, y en primavera es cuando los sueños y el deseo de cambio se entrelazan. Una mirada a la juventud, la independencia y la familia, con un tono cálido y lleno de esperanza y matices.

 

La primavera en el cine es mucho más que una estación; es una metáfora de la vida misma: una promesa de renovación, un recordatorio de que, a pesar de las pérdidas y los cambios, siempre hay espacio para volver a crecer. Al igual que la naturaleza que florece y luego se marchita, las historias que nos presentan estas películas nos invitan a abrazar lo efímero, a encontrar belleza en los ciclos y a aceptar que, incluso en los momentos más fugaces, se encuentra el verdadero sentido de la existencia. Al final, la primavera no solo florece en la pantalla, sino también en el alma, dejándonos con la esperanza de que, como todo en la vida, siempre podemos florecer.


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