El Museo de las Relaciones Rotas: ¿tú qué objeto dejarías?
Psiconáutica
Por: Rober Díaz - 02/14/2025
Por: Rober Díaz - 02/14/2025
Olinka Vistištica, productora de cine, y el escultor Dražen Grubišić comenzaron a integrar el "Museo de las relaciones rotas" pensado como un lugar donde se dejan aquellas cosas que deben olvidarse para poder continuar, por ejemplo, un conejo al que ella le daba cuerda cuando él llegaba a la casa donde vivían, para que lo recibiera. Luego, si él viajaba, se llevaba el conejito al viaje y le tomaba fotos en los lugares que visitaba. Al terminar su relación, ambos decidieron que el conejito no se podía quedar con ninguno de los dos, y fue así como se convirtió en una de las primeras piezas que se mostró en la exposición, con una inscripción donde se explicaba el trasfondo del objeto.
Así, por ejemplo, en el Museo se han podido ver desde perfumes que una madre que murió de cáncer regaló a sus hijos, zapatos (con una inscripción que decía: "quiso imponerme su moda"), una hacha (llamada "ex hacha", ya que la donante la usó para romper los muebles que el infiel recogería unas semanas más tarde y los cuales ella acomodó en montoncitos para que él se los llevara y no volver a aparecer nunca), un paracaídas (ya que el esposo de la donante perdió la vida porque nunca abrió) o un libro titulado Yo te ayudo a bajar de peso, que una mujer recibió como regalo de su prometido unos días antes de celebrar la boda.
El concepto, que empezó como una broma, terminó convirtiéndose en una exposición itinerante que ha recorrido varios países del mundo con bastante éxito. Los expositores han recibido objetos tan extraños como el pedazo de un pastel de una boda que no se celebró que el donante dio luego de 37 años de guardarlo en el refrigerador. Otro objeto que les erizó la piel a los curadores fueron unas costras guardadas por la donante que las guardó de su amante porque al no quererlo perder, intentaría clonarlo.
Los expositores hablan de que no solo son objetos de rupturas amorosas sino de perdidas familiares, separaciones no voluntarias como las ocasionadas por la pandemia. Dichas experiencias tienen un común denominador, el duelo, y sobre todo las ganas de dejarlo atrás y sanar lo más pronto posible.
Visto desde el punto de vista de la psicomagia de Alejandro Jodorowsky, en la cual por medio de un acto espectacular y rotundo que le dé vuelta a nuestros deseos reprimidos en el subconsciente es como podemos dejar a esas personas que nos hicieron daño. En su Manual de psicomagia, por ejemplo, recomienda —tras llevar a cabo la ruptura y para acallar el dolor sentido— primero, reconocer que: “Quien sufre no soy yo, es mi niño interior”, luego, cambiar completamente los hábitos alimenticios, si eres carnívoro, deberás pasar a ser vegetariano. Esto debido a que la comida nos ata al pasado. Si te encuentras en la ciudad, deberás tomar un viaje hacía una playa y llevar un corazón de ternera en una bolsa en tu espalda con dos fotos, la de la amante perdida y la de la madre o el padre según corresponda y meter los pies al mar para repetirse: “Dolor, no eres mío”; pasando tres días el afectado deberá enterrar el corazón de ternera con las fotografías y sembrar sobre él un manzano.
Si el dolor no llegara a disminuir, Jodorowsky recomienda cambiarse totalmente a sí mismo y también otro acto de psicomagia: ir a un hotel y desnudarse, hacer un círculo con 12 veladoras y acostarse en el piso, encenderlas y ponerse ahí en medio para después pegarse la fotografía del amado con miel de abeja al pecho y poner arriba de este retrato siete platos de té que presionará contra sí. El enfermo de amor deberá ir rompiendo cada plato con un pequeño martillo y berrear lo que más pueda hasta romper cada uno de ellos. Cuando solo quede la fotografía, el sufridor deberá verter sangre artificial revuelta un con lubricante sexual y simulará que se arranca la foto con mucho dolor del pecho, haciéndola una bola de papel. Finalmente, con un trapo que deberá tener impresa la imagen de la Virgen María, se limpiará con limón la zona del pecho y se deberán meter todos los objetos que intervinieron en la limpia para votarlos en el primer bote de basura que encuentre. Tendrá que pintarse con maquillaje plateado el rostro y las manos. Guardar el trapo de la virgen bajo su cama y salir de parranda a celebrarlo, bebiendo hasta emborracharse.
Otra de las recetas que se daban desde la era prehispánica consistía en obtener una prenda de la persona que se deseara embrujar, ya fueran uñas, cabellos, saliva o sangre. Se debía agregar lo mismo de parte nuestra y luego envolverlo en una cinta roja donde tendrá escrito con sangre, nuestro nombre y el de nuestro objeto del deseo y éste a su vez debe ser metido en un colibrí muerto disecado, ahí se dejará siete días para luego sacarlo y meterlo por otros siete días bajo nuestro sobaco; al finalizar ese periodo se deberá sacar y quemar para comprobar que en breve, la persona amada, regresa.
Tal vez, el mejor de todos métodos viene desde la aceptación, una que reconoce las diferencias que separan a las personas, que la vida no solo está inspirada en nuestros deseos y que el núcleo de ésta no solo es el amor, tampoco esa basura individualista que el new age ha popularizado: el amor propio. En donde el equilibrio emocional depende de una multiplicidad de actividades a las que las personas deben inmolarse, para practicar el más salvaje de los consumismos capitalistas. Viajes, terapías, fármacos, ropa, comidas, masajes, todo es reducible, convertible e intercambiable por una mercancía. Se debe tener capacidad económica para emprender dicha hazaña, porque para iniciar este despropósito se debe tener en cuenta que uno se encuentra terriblemente solo y que no existe religión o práctica alguna que pueda ayudarnos y todo el fracaso depende esencialmente de que distrajiste tu atención pues te entregaste al otro, ese otro que decidió seguir sin ti, pues entre más le dabas, más te alejaste del camino verdadero: tú yo interior.
El museo de las relaciones rotas encontró a un ferviente grupo de seguidores por todo el mundo. Más de 68 ciudades a través de 35 países. Actualmente hay dos Museos activos, uno en Croacia y el otro en Chiang Mai, Tailandia. En mayo del 2011, este concepto recibió el Premio Kenneth Hudson dado por el Foro Europeo de Museos ya que: “este proyecto de museo hecho, han demostrado de manera inusual, audaz y hasta controvertido el nuevo rol que los museos están adquiriendo en nuestra sociedad”.
A México este Museo se ha presentado en dos ocasiones, 2014 y 2023. Actualmente cuenta con un ajuar de 3,500 objetos. Se han dado casos que se han recibido objetos y las parejas regresaron y pidieron las prendas donadas, por ello ahora se firma cediendo los derechos sin oportunidad de de una vez entregadas, ser devueltas.
El pasado 2023 tuve la oportunidad de visitarlo con uno de mis grandes amigos al que llamaremos P, mientras recorríamos la exposición en el MODO (Museo del Objeto del Objeto), entre muros, vitrinas y cortinas blancas que podrían recordar a un hospital, un sanatorio de corazones rotos, me dijo: "Yo debería traer algo aquí". "¿Qué?", le respondí. Me dijo que si recordaba su accidente. Hace algunos años, un pepenador le atravesó el costado izquierdo con un cuchillo. Estuvo luchando por su vida varios meses; sobrevivió. Cuando ya estuve estable, vino a mi casa G, mi exnovia del CCH. Me dijo que la acompañara a las instalaciones del Colegio y nos fuimos hacía el campo de fútbol más grande. Comenzó a rascar en el pasto y la tierra y sacó una botella donde estaba liada junto a nuestras fotografías, tres botellas amarradas a su vez con un listón rojo, una de agua, otra de aceite y una de leche. Y me dijo que era para que yo me quedara con ella pues éramos agua y aceite. Por su lado ella también había sufrido múltiples accidentes que habían puesto en riesgo su vida. Rompió las botellas y no volvimos a vernos. Me quedé impresionado con su relato y le pregunté: "¿Qué habrías hecho si vieras las botellitas por aquí con tu historia?". "Es algo que he querido olvidar y que bueno que las rompimos, porque muchos mueren por amor, yo prefiero seguir vivo", me contestó.