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¿Por qué esta cinta aterra y conmueve como un hecho unitario sobre el yo y la juventud? ¿Su regreso a la pantalla grande gracias a MUBI reforzará su posible Oscar a mejor película, junto con otros dos para su directora y para Demi Moore como protagonista?

El aclamado largometraje de la directora y guionista francesa Coralie Fargeat, La Sustancia, 2024, regresó a los cines de México desde el pasado 30 de enero.

Una decisión de MUBI, líder mundial en streaming, producción y distribución del séptimo arte, seguramente nada extraña pensando en la recaudación de más de setenta y ocho millones de dólares de esta película, decisión que, sin duda, dejará más que contentos a todos aquellos que deseaban encontrarse unas vez más o por primera con esta experiencia sorprendente que merece ser vista y liberada desde una pantalla grande.

La Sustancia fue una revelación para público y crítica, algo a lo que hizo eco la LXXVII edición del Festival de Cine de Cannes, reconociéndola como la mejor trama cinematográfica de 2024. Esto se repite en los Premios de la Academia 2025, a los que ha sido nominada como mejor película, Emmanuelle Youchnovski a mejor maquillaje y peinado, Fargeat a mejor dirección y mejor guion, y Demi Moore a mejor actriz, acompañada por talentos de la talla de Margaret Qualley y Dennis Quaid. Difícil encontrar un mejor elenco, dirección y producción para esta inusual historia introspectiva y de desdoble fuerte de la identidad.

La Sustancia es protagonizada la estrella de Ghost, 1990, en el papel de Elisabeth Sparkle, también una ex luminaria de cine y presentadora de un popular programa de fitness. Despedida inesperadamente después de cumplir cincuenta años, vemos su caída del pedestal y su encuentro con una misteriosa droga que rejuvenece temporalmente a los adictos. Algo que recuerda a la búsqueda de juventud de la propia Moore.

 

 

Después de tomar esta sustancia, Elisabeth da a luz a una “yo alternativa”, separada y menos entrada en años: la bella e idealista Sue, interpretada por Qualley. La única regla de esta droga es que solo puede usarse una semana por cada nuevo cuerpo. De otro modo, el “cuerpo madre” se deteriorará. Esto permite a Sue reemplazar a Elisabeth en su programa de televisión, comenzando, a medida que avanza en su carrera, a asumir cada vez más “tiempo”, a pesar de poner en peligro a su versión original. La alternancia equilibrada entre ambas se dificulta por el autodesprecio, la envidia, la amargura y la insaciabilidad.

Esta obra de Fargeat se inspira claramente en piezas maestras como 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick, 1968, La cosa de John Carpenter, 1982, La mosca de David Cronenberg, 1986, Burton Fink de Joel y Ethan Coen, 1991, Réquiem por un sueño de Darren Aronofsky, 2000, y Mulholland Drive de David Lynch, 2001.

Al igual que en su debut como directora en Venganza del más allá de 2017, Fargeat es un extraño monstruo bello que consume la energía de los espectadores a través de la velocidad terrorífica del thriller. Las casi dos horas de La Sustancia posicionan a esta creadora como una de las voces más elocuentes del miedo, una maestra entre quienes pueden dominar esta emoción para convertirla en historias. Es su manera única de contar un recorrido por secuencias hiper-sensoriales que inquietan, perturban y satisfacen al público o a su naturaleza, un poco sádica, un poco masoquista y muy necesitada de una resolución para descansar del todavía más inquietante y perturbador poder del cine, similar o exactamente igual a una sustancia sobre el cerebro, el alma, el yo o los diversos “tues” que todas y todos nos contamos a diario.

La banda sonora de La Sustancia fue una elección por la violencia y aspereza electrónica, indudablemente emotiva, del productor y compositor británico Benjamin Stefanski “Raffertie”. Se suman los temas At Last de Etta James, Pump It Up! de DJ Endory, Ugly and Vengeful de Anna von Hausswolff y el poema sinfónico Also sprach Zarathustra de Richard Strauss, otra conexión obvia con 2001: Una odisea del espacio.

La Sustancia regresará a salas de manera escalonada en más de cincuenta complejos mexicanos. Se trata de una cinta que retuerce al espectador hasta que pueda llegar con los sentidos a lo que la escritora argentina María Elena Walsh denominaba “el hecho estético”. Uno muy tóxico, en este caso, o que empieza y sigue por la toxicidad.

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Imagen de portada: La Sustancia de Coralie Fargeat, 2024, MUBI.