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Los dioses egipcios del perfume: embriaguez y espiritualidad

Arte

Por: Joaquín Betel - 12/04/2024

Nefertem y Shezmu cubren aspectos divinos del uso del perfume en Egipto

En la rica mitología egipcia, el perfume ocupaba un lugar extraordinario, fusionando lo práctico con lo espiritual. Dos deidades sobresalen como figuras centrales en el mundo de los aromas: Nefertem, la manifestación del Loto Cósmico, y Shezmu, el dios de la prensa con cabeza de león. Juntos, estos dioses encarnan aspectos contrastantes pero complementarios del arte de la perfumería, desde la delicada belleza del loto hasta la fuerza visceral necesaria para transformar las materias primas en aceites exquisitos.

Nefertem personifica la belleza, la renovación y el poder vital del aroma. Según la cosmología egipcia, este dios emergía cada mañana de las aguas primordiales sosteniendo un loto azul, símbolo de la creación y el renacimiento. Se decía que el perfume de estas flores rejuvenecía a Ra, el dios del sol envejecido, otorgándole la fuerza necesaria para brillar un día más. Como patrón de la perfumería, Nefertem es una deidad asociada con la armonía, la curación y la transformación suave. El loto azul, sagrado en Egipto, era un ingrediente esencial en los perfumes de la época, apreciado por su aroma embriagador y espiritualmente elevado. Por esta razón, los templos dedicados a Nefertem subrayaban su conexión con la vida y la sanación, consolidando su lugar en los rituales cotidianos y religiosos.

En un contraste marcado, Shezmu representa una energía feroz y transformadora. Conocido por epítetos aterradores como "Señor de la Sangre" y "Desmembrador de Almas", su ferocidad era tanto temida como venerada. Su iconografía, con una cabeza de león y cuchillos de carnicero, refleja su papel como una figura de poder bruto. Sin embargo, este dios aterrador también llevaba títulos como "Señor del Perfume" y "Gran Creador de los Aceites de Ra", lo que revela su papel crucial en la creación de aceites sagrados y fragancias. Shezmu estaba profundamente vinculado al proceso de prensado, ya fuera de uvas para vino, semillas para aceites o flores para perfumes. Su dominio abarcaba tanto lo físico como lo espiritual, pues la perfumería en Egipto se concebía como una forma de destilar la fuerza vital de las plantas en ofrendas adecuadas para los dioses.

En la sociedad egipcia, el perfume desempeñaba múltiples funciones esenciales. Los aceites perfumados protegían la piel del clima severo, actuaban como herramientas en la comunicación divina y se usaban en prácticas médicas para curar enfermedades. Más allá de esto, tenían un papel central en los rituales mortuorios. Durante el proceso de embalsamamiento, las fragancias no solo preservaban los cuerpos de los faraones y nobles, sino que también simbolizaban la conexión entre los vivos y el más allá. En los templos, los aromas se ofrecían a los dioses para invocar su favor, y a menudo se creía que el perfume tenía el poder de purificar y alejar influencias malignas. Esta capacidad para conectar lo terrenal con lo divino otorgaba al perfume un significado que trascendía lo mundano.

El papel de Shezmu en los cultos mortuorios era fundamental. Como creador de aceites y perfumes, transformaba los "almas" de flores y resinas en sustancias que llevaban una profunda carga espiritual. Para los egipcios, este proceso de extracción simbolizaba el poder de convertir lo natural en algo divino. Al mismo tiempo, Shezmu conservaba su aspecto más violento, recordándonos que la creación de belleza a menudo exige tanto cuidado delicado como fuerza indómita.

Nefertem y Shezmu encarnan juntos esta dualidad. Mientras Nefertem representa la serenidad y la afirmación de vida asociadas con las fragancias, Shezmu personifica el poder crudo necesario para crearlas. A través de sus historias, estos dioses destacan cómo la perfumería era un arte elevado en el antiguo Egipto, una expresión de la capacidad humana para capturar la belleza efímera y preservarla como una ofrenda eterna.