«Maria», el retrato de Pablo Larraín sobre los últimos días de Maria Callas
Arte
Por: Agatha Capote - 11/25/2024
Por: Agatha Capote - 11/25/2024
Pablo Larraín, conocido por sus representaciones íntimas y profundamente estilizadas de figuras históricas como Jackie Kennedy (Jackie, 2016) y la princesa Diana (Spencer, 2021), regresa con María, un retrato de los últimos días de la legendaria soprano Maria Callas. En esta ocasión, Angelina Jolie asume el papel de la diva griega, un casting que desde su anuncio despertó tanto entusiasmo como escepticismo. Ahora, con las primeras reseñas tras su estreno en festivales como Venecia y Nueva York, la película está siendo elogiada como una obra delicada y emotiva que capta la esencia de Callas sin recurrir a clichés.
Maria Callas no solo fue una de las más grandes intérpretes de la ópera en el siglo XX, sino también un símbolo de elegancia, vulnerabilidad y controversia. Su vida personal estuvo marcada por romances tumultuosos, incluyendo su famosa relación con el magnate Aristóteles Onassis, y por una carrera que redefinió la ópera tanto técnica como emocionalmente.
En este contexto, Larraín decidió enfocarse en los últimos años de la vida de Callas, un período introspectivo donde la cantante lidiaba con el aislamiento, el ocaso de su carrera y el peso de ser un mito viviente. Según OperaWire, este enfoque permite a la película distanciarse de los biopics tradicionales que intentan abarcar toda una vida, y en su lugar, ofrece una exploración más personal y meditativa. Larraín parece más interesado en la "mujer detrás del mito", una elección que ha sido elogiada por su profundidad emocional.
El casting de Angelina Jolie fue, desde el principio, motivo de polémica. ¿Podría Jolie, una actriz conocida tanto por su glamour como por su intensidad emocional, captar la complejidad de Callas? Según reseñas como las de Looper y The Times, Jolie no solo logra encarnar a la diva, sino que lo hace de manera "hipnótica". Su interpretación es contenida, elegante y, sobre todo, respetuosa, evitando la caricatura o la imitación forzada.
Larraín y Jolie trabajaron en estrecha colaboración para recrear minuciosamente la apariencia y los gestos de Callas. Esto incluyó el uso de vestuarios originales diseñados por el legendario Pier Paolo Piccioli, así como la transformación física de Jolie para acercarse lo más posible a la imagen de la cantante. Más allá de lo visual, Jolie logra transmitir la melancolía y la dignidad de una mujer atrapada entre su humanidad y el peso de su legado.
Fiel a su estilo, Pablo Larraín utiliza elementos estéticos y narrativos que evocan la atmósfera operística. Las críticas destacan que el filme fluye como una ópera en sí misma, con momentos de gran dramatismo y silencios introspectivos que imitan el tempo de las arias más famosas de Callas. Según AwardsWatch, la película equilibra lo real y lo imaginado, tejiendo escenas que podrían ser recuerdos, fantasías o simplemente reconstrucciones artísticas de los pensamientos de Callas en sus últimos días.
Un aspecto menos conocido de la vida de Maria Callas es su lucha contra la adicción a la metacualona, un sedante que durante los años 60 y 70 fue prescrito con frecuencia para tratar la ansiedad y los trastornos del sueño, pero que también se convirtió en una droga recreativa con alto potencial de abuso. Callas, marcada por la soledad y la presión implacable de mantener su estatus como la soprano más grande de su tiempo, encontró en esta sustancia un refugio temporal para su dolor emocional y físico.
Sin embargo, el uso de la metacualona también contribuyó al deterioro de su salud, agravando su aislamiento en los últimos años de su vida. Según varios testimonios, este periodo estuvo caracterizado por una mezcla de nostalgia, frustración y melancolía, emociones que podrían haber sido exacerbadas por los efectos del sedante. La película de Larraín, aunque no aborda directamente este tema, evoca de manera implícita el peso de las decisiones autodestructivas que marcaron la vida de la diva, haciendo eco de su vulnerabilidad detrás del telón.
La música, por supuesto, juega un papel crucial. Aunque Callas ya no estaba activa en el escenario durante este período, sus grabaciones legendarias son una presencia constante, subrayando los momentos emocionales más poderosos de la película. La banda sonora sirve como un puente entre la figura pública de Callas y su vida interior, resaltando cómo su arte fue inseparable de su identidad.
El interés en Maria Callas sigue siendo tan intenso décadas después de su muerte porque representa algo más que una soprano virtuosa: es un ícono cultural que personifica la dualidad entre el genio artístico y el sufrimiento humano. En palabras de Lyndsy Spence, autora de Cast a Diva: The Hidden Life of Maria Callas, la historia de Callas no es sólo la de una estrella, sino la de una mujer que luchó por controlar su propia narrativa en un mundo que constantemente la definía.
La película de Larraín, según sus primeras reseñas, captura este aspecto de manera magistral. Al centrarse en sus últimos días, nos recuerda que detrás de la imagen glamurosa y la voz prodigiosa había una persona profundamente compleja, marcada por la soledad, pero también por una pasión insaciable por el arte.
En México y otros países de América Latina, así como en Estados Unidos, el estreno de la cinta está previsto para enero de 2025.