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Zizek piensa que los gatos son perezosos, malignos y explotadores

El filósofo esloveno Slavoj Zizek se caracteriza por sus comentarios provocativos, muchas veces grotescos e histriónicos. A veces la intención de su crítica, más que hacer un comentario filosófico orientado a hacer una proposición verdadera, está dirigida a la construcción de un personaje. Así que tomando esto en cuenta debemos tener un poco de cautela sobre un comentario interesante que hizo hace unos años en una entrevista abierta al público organizada por The Guardian.  

Durante el chat, un usuario le pregunto a Zizek, si podemos aprender algo de los gatos. A lo que Zizek respondió:

Nada... Me gusta buscar paralelos de la lucha de clases en lugares extraños. Y es así con los gatos y los perros. Los gatos son holgazanes,  malignos, explotan a los demás. Los perros son fieles y trabajan duro. Así que si yo fuera parte del gobierno, cobraría altos impuestos a los que tienen gatos.

Así que Zizek ve en los gatos una imagen de la burguesía que tanto detesta desde su trinchera marxista –o de la aristocracia, los aristogatos– y por ello, aunque siempre desde el personaje, manifiesta odio gatuno. Sus comentarios levantaron algunas olas en las redes sociales en su momento, sin duda porque los gatos tienen una fuerte base de fanáticos, sin duda Zizek lo explicaría como un modo de amar al amo, o como una dialéctica del amo y del esclavo.

En contra de Zizek, podríamos citar a Baudelaire quien amaba los gatos, seguramente por su misma cualidad perezosa, misteriosa, cierta aristocracia –que el poeta parisino admiraba– y cierta resistencia a participar en lo social. En los ojos de los gatos se podía ver la hora y era siempre "la eternidad".  Sin duda, en los gatos se encuentran cualidades más propias de un dandy y de un diletante exquisito. Pero si algo Zizek no es, es refinado. Por lo cual se entiende su condena de la aristocracia y de los gatos.  Aunque, también es cierto, que el humor que a veces logra demostrar sí es una cualidad que muestra inteligencia y cierto cultivo del espíritu.