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¿Por qué los perfumes han acompañado a los seres humanos en cualquier lugar de sus mentes, así como en cualquier lugar natural, civilizado y de la Historia? ¿Nuestras mentes son ya perfume, una unidad delicada a través de recuerdos y recolecciones?

Los olores tienen un poder de persuasión más fuerte que el de las palabras, las apariencias, las emociones o la voluntad. El poder persuasivo de un olor no se puede evitar, entra en nosotros como el aliento en nuestros pulmones, nos llena, nos impregna por completo. No hay remedio para ello.

Este es un fragmento, un dejo, la fragancia de la novela de 1985  Perfume: The Story of a Murderer , El perfume: historia de un asesino , esencia del escritor alemán Patrick Süskind, llevado en 2006 a la pantalla grande por Tom Tykwer, Andrew Birkin y Bernd Eichinger.

Los seres humanos se han descubierto como parte de un ambiente de olores y han creado sus propios refugios ambientales a través del perfume. Puede tratarse de una práctica que habría comenzado con la sola recolección de objetivos distintivamente aromados. Sin embargo, desde el punto de vista de la Historia, una tablilla mesopotámica del segundo milenio antes de la era común reconoce a Tapputi como la primera “perfumista”.

En efecto, el perfume es una historia, una sobre el desarrollo de la pureza, la seducción y la individualidad. También es parte de la historia del arte como apreciación estética y como tecnificación. Ingeniosos métodos utilizados para elaborar recuerdos a lo largo de los siglos , desde la práctica de embolsar materiales naturales, corteza, madera, raíces, hojas, flores y semillas, la continua incorporación de ingredientes más complejos, ámbar gris, algalia y almizcle de origen animal. , hasta los perfumes líquidos modernos:

El perfume es el arte que hace hablar a la memoria.

Francisco Kurkdjian.

El perfume es la forma más intensa del recuerdo.

Jean Paul Guerlain.

Este arte de recolección para un sentido se remonta posiblemente a Egipto y Mesopotamia, luego trasmitido a Persia y al otro lado del Mediterráneo donde empieza la actual Europa. Las antiguas civilizaciones empezaron por trasformar materiales fragantes en bálsamos litúrgicos y aceites para el cuidado de la piel y el cabello. Ritos con mirra e incienso, infusiones de rosa y menta, baños públicos que olían a limpieza o tranquilidad.

Diversas culturas pretéritas pensaban que las fragancias purificaban el aire y prevenían enfermedades. Eran de suma importancia para las prácticas funerarias, sea como remedio o disfraz de la revisión, sea como agradecimiento a los fallecidos.

El bien colectivo de estas esencias se asocia a deidades antiguas como Inanna, Afrodita o Nefertiti, a quien incluso se le reconoce como Señora del perfume. Soberanas como Cleopatra, Catalina de Médici o Isabel de Hungría fueron grandes promotoras.

En el sur y en el extremo oriente de Asia, el perfume se utilizaba menos para el cuerpo, y más para cambiar o resaltar cualidades del ambiente que rodeaba a los seres humanos. En la India era un elemento central de los rituales tántricos, mientras que China se aromaban todo tipo de objetos de uso cotidiano, incluida la tinta y el papel para escribir.

Los olores eran profundamente significativos en Mesoamérica, y se ofrecían a los dioses a través del humo que salía de los alimentos calientes o de sahumerios de copalli.

La extensión del intercambio y las rutas comerciales incentivaron el uso y combinación de especias exóticas. Los médicos del pasado llegaron a utilizar perfumes con fines medicinales, ya sea para tratar infecciones, fortalecer el cuerpo, aliviar trastornos mentales o, incluso, como recursos antienvejecimiento. El desarrollo de la herbolaria en todo el mundo antiguo y en la Europa medieval también fue el desarrollo de la aromaterapia.

Los primeros frascos de perfume consistieron en recipientes de madera y arcilla. Se utilizaron jarrones pintados y piedras preciosas ahuecadas para transportar fragancias, antes del vidrio de hermosos colores que llega hasta nosotros.

Fueron los antiguos griegos y romanos los primeros en documentar sus procesos de elaboración de perfumes. Sin duda, algo muy afortunado que ha permitido recrear varias fragancias. No obstante, fueron precisamente pensadores romanos como Plinio el Viejo quienes empezaron a condenar, ya hacia el siglo I, la opulencia y el derroche de estos artículos. No volverían a ser populares en la futura Europa cristiana durante cientos de años.

Los cruzados del siglo XI cerrarían la brecha en esta historia, introduciendo al continente materiales del lejano y medio Oriente, así como técnicas para la elaboración de perfumes, incluido el destilado de pétalos de rosa. Bañarse con regularidad siguió siendo por siglos algo impopular entre los europeos, por lo que estas elaboraciones ayudaron a esconder los olores corporales, convirtiéndose poco a poco en un distintito de las altas clases.

Durante el siglo XIV, los italianos empezaron a perfeccionar el proceso de elaboración de los perfumes líquidos que remplazaron a los sólidos. Por ejemplo, René le Florentin creó un aroma a base de azahar y bergamota. Fue un progresivo desarrollo de reminiscencias más incorpóreas, flotantes, etéreas, casi ínfimas y casi totalizantes.

Sin embargo, en Oriente nunca desapareció el sentido y la exploración de este arte mundano y sacro. Por ejemplo, en el Islam, los derviches giróvagos de la orden sufí “Mevlevi” o “Mawlawiyya” quemaban y queman incienso de ámbar almizclado y tütsü para Al-lāh. Incluso usan una fragancia única de narciso y rosa durante la ceremonia del “Sema”.

Hechos de ingredientes naturales y sintéticos, con capas de aroma y diferentes notas complejas, los perfumes son artículos de moda de distintos precios que hacen parte de la vida de millones de personas, lejos de estar reservados para la nobleza o la burguesía.

Un perfume es como una prenda de vestir, un mensaje, una forma de presentarse, un traje que difiere según la mujer que lo lleva.

Esta frase de Paloma Picasso recuerda que la historia del perfume es una participación en vivo de la historia con “h” minúscula de la individualidad. Puede ser una forma divertida de expresar gustos, emociones y nuestras personalidades. Este arte de la provocación nunca ha dejado de hacer vívida una nostalgia humana por lo familiar y por lo desconocido.

Se puede con el perfume “recordar” algo invitante inexplorado. La mente adquiere un cuerpo distante y del que no puede hacerse una imagen completa. Y, sin embargo, hay algo en nosotros que se muestra inseparado y total. O en palabras de El perfume:

La gente podía cerrar los ojos a la grandeza, a los horrores, a la belleza, y los oídos a las melodías oa las palabras engañosas. Pero no podía escapar del olor. Porque el olor era hermano del aliento. Junto con el aliento entraba en los seres humanos, que no podían defenderse de él, ni siquiera si querían vivir. Y el olor entraba en lo más profundo de su ser, y decidió para siempre entre el afecto y el desprecio, el asco y la lujuria, el amor y el odio. Aquel que dominaba el olor dominaba los corazones de los hombres.

 

Imagen de portada: 'Perfume: la historia de un asesino', 2006