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¿Es posible conciliar la cosmovisión religiosa sobre el origen de la vida con la teoría darwiniana de la evolución, la perspectiva científica más aceptada hasta el momento sobre ese fenómeno extraordinario?

Lo que comúnmente entendemos por teoría de la Evolución es un campo del conocimiento sobre la especiación de los seres vivos para adaptarse a un medio ambiente en cambio constante. Parte de la “teoría sintética” del siglo XX, que se sustenta en la obra de Charles Darwin, un agnóstico con una juventud de profunda piedad cristiana, y el respaldo que aportó la genética de Gregor Mendel, un fraile católico agustino. Pero ya desde el siglo XIX, empezó a ganarse su amplio reconocimiento internacional a nivel académico y público. En esta etapa inicial, sería o condenada o ignorada por el cristianismo organizado, salvo el caso de algunos teólogos y obispos liberales, mayormente anglicanos. Hoy en día representa la base de la biología, el cambio gradual y adaptativo como origen de y propiedad inherente a la vida no es más un tema de debate para la comunidad científica. Sin embargo, continua la polémica sobre los mecanismos propios de esta mutabilidad que incluye a plantas, animales y seres humanos. 

Lo que se narra en Génesis 1 y 2, ¿debe entenderse como una revelación literal o histórica? ¿O de manera sólo metafórica y espiritual? Desde el análisis histórico crítico, es más que probable que el “Bereshit” –en el principio, el nombre hebreo en la Torah del libro bíblico conocido más comúnmente como el Génesis– provenga de diversas fuentes escritas precedentes y tradiciones orales, siendo su carácter genealógico bastamente mítico y simbólico. Las dos partes del texto antes referidas son dos recuentos de la Creación cronológicamente no coincidentes. En Génesis 1, el orden de la creación de Dios es la tierra, la vegetación, los animales y el ser humano sin distinguir género. En cambio, en Génesis 2, Dios crea la tierra, luego al hombre, Adán, luego las plantas y los animales, y finalmente a la mujer, Eva. La propia revelación bíblica descarta desde su primer paso de transmisión, de lo oral a lo escrito, una hermenéutica estrictamente descriptivo realista, algo ya contemplado por los investigadores tradicionales judíos y cristianos desde la Antigüedad.  

Las iglesias han ido adquiriendo posturas diversas sobre la realidad de la Evolución, tanto de apertura cabal, como de rechazo rotundo; no sólo desde consideraciones gnoseológicas y doctrinales, sino antropológicas. Por ejemplo, la Iglesia Católica Romana varía en su interés sobre una posible conciliación entre este rubro del conocimiento natural y la teología cristiana. Durante la mayor parte del siglo pasado, ni se posicionó para condenar a la Evolución ni para legitimarla en algún grado, aunque sí reafirmó anatemizar una concepción atea o materialista del mundo. Sus universidades e instituciones de investigación no fueron aisladas de la comunidad científica en general y de su acepción casi unánime de las bases evolucionistas de la biología. 

El Papa Juan Pablo II llegó a decir que la Evolución era "más que una hipótesis", siendo admisible para un cristiano aceptarla y pensar en ella como un proceso dirigido por Dios. En paralelo, Kenneth Alfred Ham, un famoso apologista evangélico, defiende como única verdad aceptable el “creacionismo de la Tierra joven”, asumiendo que nuestro planeta tiene tan sólo seis mil años de edad, siendo la Biblia siempre una fuente de información literal respecto a cuestiones sobre el desarrollo físico del mundo y los seres vivos, descartando el evolucionismo llanamente como una blasfemia. Ham fundó en 2007, apoyado por la organización cristiana “Answers in Genesis”, el Museo de la Creación en el estado de Kentucky, Estados Unidos, lleno de dinosaurios que conviven con la primera pareja antes de extinguirse por el diluvio universal de Noé. 

Kenneth Alfred Ham en el Museo de la creación - Fotografía de Jeff Haynes (AFP/Getty Images)

Kenneth Alfred Ham en el Museo de la creación - Fotografía de Jeff Haynes (AFP/Getty Images)

Yo tomaría en cuenta lo que llegó a afirmar Lloyd Geering, teólogo liberal neozelandés: 

El cristianismo fundamentalista considera que las cosas están en manos de un Dios que controla. Pero esta idea de Dios realmente se ha desvanecido. Ahora sabemos que estamos en manos de las fuerzas naturales del mundo y de lo que los humanos hemos hecho con la Tierra. 

El catolicismo romano, a semejanza del ortodoxo y de muchas iglesias reformadas, entiende que su misión es per se preservar y extender el conocimiento propio de la fe bíblica y patrística, considerando no oportuno, en tanto su depositario, definir nada respecto a otros saberes teóricos y prácticos. No obstante, el desarrollo de la teología natural y el empleo aceptable de la interpretación histórico crítica de las Escrituras, a la par de la tradicional, ha dado lugar a un acercamiento tímido a la Evolución. Los fieles que habitan en países democráticos y con modelos de educación pública laica en general se han acostumbrado a este tema.

Lo esencial para la tradición católica y reformada sería reconocer a Dios como la fuente primera o cero de la vida en sentido espiritual y material, y a Cristo como redentor soteriológico, modelo de virtud y fraternidad, encarnado hombre y resurrecto de la muerte como promesa para el género humano. Se dejaría como una cuestión personal para los fieles: el incorporar o no a su sistema de pensamiento las explicaciones de las ciencias sobre el origen y dinámicas de diversos fenómenos, incluido el porqué de la diversificación de las especies en la amplitud del tiempo.   

Sin embargo, mediante apologética, el fundamentalismo cristiano que ha extremado la doctrina de la “Sola Escritura” en tanto criterio supremo de verdad procura reducir la cuestión a una batalla ideológica contra las instituciones y prensa científicas, y las iglesias más liberales o menos realistas respecto a la visión bíblica de la Creación. Su posicionamiento implica presentar a la Evolución, no como fenómeno demostrado metodológicamente desde pruebas directas e indirectas, sino como una creencia más, promovida por grupos de interés contrarios a la moral cristiana y parte de una agenda atea, marxista cultural, feminista y progay, enfrentada a una acepción de fe firme que supuestamente preserva al ser humano del relativismo sin sentido. 

Vista panorámica de The Ark Encounter, parque temático en Kentucky, Estados Unidos, cuyo recinto es una réplica del Arca de Noé de acuerdo con la descripción que de ella se da en la Biblia (Imagen: Troyer Group)

Vista panorámica de The Ark Encounter, parque temático en Kentucky, Estados Unidos, cuyo recinto es una réplica del Arca de Noé de acuerdo con la descripción que de ella se da en la Biblia (Imagen: Troyer Group)

Por su parte, ciertos autores ateos consideran que la biología contemporánea ha despojado de cualquier aura de verdad a las grandes religiones, por lo que académicos y divulgadores de la ciencia deberían asumir una actitud más activa y beligerante para desmentirlas. Este movimiento “neoateo”, al que se han adherido figuras como Daniel Dennett, Cristopher Hitchens y Sam Harris, tiene por principal portavoz desde la biología a Richard Dawkins, autor de “El gen egoísta” y participante en foros y campañas públicas que han buscado negar la existencia de Dios y promover una ética laica, acorde al lugar objetivo del ser humano en el tiempo y el cosmos.

Aunque sea un pensador posiblemente heterodoxo desde el punto de vista del magisterio romano, Pierre Teilhard de Chardin, teólogo jesuita y paleontólogo, ofreció una perspectiva alternativa al materialismo actual, buscando apasionadamente una conciliación entre la singularidad del cristianismo y la nueva cosmovisión presentada por las ciencias sobre un universo en evolución, cuyos procesos serían los de una consciencia de complejidad emergente que, desde el punto Alfa al Omega, perseguiría alcanzar la identidad con Dios, una “transubstanciación” de la vida toda en Cristo. Empleando una terminología neotestamentaria, se podría comprender esto como la “apocatástasis”, tener fe en que nuestra interrelación ecológica, ecodependencia o ecointegridad, tiene por fondo, presente y virtualidad la autoafección de una eternidad creativa. Para Teilhard de Chardin, el punto Omega de la Evolución sería crístico, un Dios hijo engendrado mediando y mediante la creación, siendo acto y resultado de Dios Padre. En sus propias palabras: 

En la escala de lo cósmico sólo lo fantástico tiene posibilidades de ser verdadero.

Esta noción puede finalmente reconciliar al cristianismo con el cuerpo y los demás seres vivos. Un cuerpo-alma evolutivo. Como enseñaba el también teólogo liberal inglés Don Cupitt:   

Es a través del cuerpo que somos nosotros mismos, entretejidos en el tejido del mundo empírico. Cualquier cosa que pueda estar mal con el mundo en general debe estar mal también.

Adán es eso, “el terráqueo”, el mundo mismo como proceso, diferenciación, Eva, el mundo por el que Dios no es ni una mera abstracción ni una realidad solitaria, sino lo espiritual de todos los elementos, la extensión final de todas las cosas, el conflicto resuelto entre constancia y cambio. 

 


Alejandro Massa Varela (1989) es poeta, ensayista y dramaturgo, además de historiador por formación. Entre sus obras se encuentra el libro El Ser Creado o Ejercicios sobre mística y hedonismo (Plaza y Valdés), prologado por el filósofo Mauricio Beuchot; el poemario El Aroma del dardo o Poemas para un shunga de la fantasía (Ediciones Camelot) y las obras de teatro Bastedad o ¿Quién llegó a devorar a Jacob? (2015) y El cuerpo del Sol o Diálogo para enamorar al Infierno (2018). Su poesía ha sido reconocida con varios premios en México, España, Uruguay y Finlandia. Actualmente se desempeña como director de la Asociación de Estudios Revolución y Serenidad.


Canal de YouTube del autor: Asociación de Estudios Revolución y Serenidad


Del mismo autor en Pijama Surf: Catolicismo de Oriente a Occidente: diferencias entre la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia de Roma

Imagen de portada: Representación del Jardín del Edén exhibida en el Museo de la Creación (Kentucky, Estados Unidos) / thepointmag.com