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5 poemas necesarios para apreciar y exaltar las maravillas del maíz

Arte

Por: Marijo Bazán - 05/22/2022

Sin maíz no hay país... ni inspiración para escribir

En este espacio de escritura no desaprovechamos la oportunidad para seguir reivindicando al maíz como uno de los pilares fundamentales de la identidad y la cultura latinoamericanas. Sus beneficios nutricionales en la dieta de millones de personas que habitan en esta región son potencializados por la versatilidad de este ingrediente en la gastronomía popular. Pero las maravillas del maíz no sólo se limitan a ese rubro. La creatividad que esta semilla inspira en poetas y poetizas se ha materializado en cuidadosos versos que alaban sus propiedades. 

Por eso, te dejamos estos 5 poemas que utilizan como recurso literario la belleza del maíz.

 

"UNA HERMOSA MATA DE MAÍZ" - POEMA POPULAR NAHUA (traducción de Alfredo Ramírez C.)

Ahora tu rostro anda junto a mí.
Ese bonito rostro.
Ese rostro tierno como una milpita cuando brota,
tu rostro es una milpita tierna,
tierna, tierna, tierna. 

Porque cuando brota
quisieras estarla viendo
y acariciándola
y así yo quisiera
acariciar tu rostro,
ese rostro tierno,
porque es bonito como esa milpita
cuando está enterneciéndose y casi brotando.
Tú eres una milpita tierna
y bonita. 

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"CUANDO ESTÉ LA MILPA" - PANCHO NÁCAR, POETA ZAPOTECO (traducción de Irma Pineda)

Cuando esté la milpa, cuando haya elotes
te raptaré y te llevaré a mi casa;
ya no esperaré que finalice el año,
como platicamos hace tiempo.
Pronto levantaremos la cosecha
ya comenzó a caer la lluvia,
han brotado las matas del maíz en el campo
hay un aroma de que serás mi esposa.

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"EL MAÍZ" - GABRIELA MISTRAL, POETA CHILENA

I
El maíz del Anáhuac,
el maíz de olas fieles,
cuerpo de los mexitlis,
a mi cuerpo se viene.
En el viento me huye,
jugando a que lo encuentre,
y que me cubre y me baña
el Quetzalcóatl verde
de las colas trabadas
que lamen y que hieren.


Braceo en la oleada
como el que nade siempre;
a puñados recojo
las pechugas huyentes,
riendo risa india
que mofa y que consiente,
y voy ciega en marea
verde resplandeciente,
braceándole la vida,
braceándole la muerte!

II
El Anáhuac lo ensanchan
maizales que crecen.
La tierra, por divina,
parece que la vuelen.
En la luz sólo existen
eternidades verdes,
remada de esplendores
que bajan y que ascienden.

Las Sierras Madres pasa
su pasión vehemente.
El indio que los cruza
“como que no parece”.
Maizal hasta donde
lo postrero emblanquece,
y México se acaba
donde el maíz se muere.

III
Por bocado de Xóchitl,
madre de las mujeres,
porque el umbral en hijos
y en danza reverbere,
se matan los mexitlis
como Tlálocs que jueguen
y la piel del Anáhuac
de escamas resplandece.

Xóchitl va caminando
filos y filos verdes.
Su hombre halló tendido
en caña de la muerte.
La besa con el beso
que a la nada desciende
y le siembra la carne
en el Anáhuac leve,
en donde llama un cuerno
por el que todo vuelve...

IV
Mazorca del aire
y mazorcal terrestre,
el tendal de los muertos
y el Quetzatcóatl verde,
se están como uno solo
mitad frío y ardiente,
y la mano en la mano,
se velan y se tienen.

Están en turno y pausa
que el Anáhuac comprende,
hasta que el silbo largo
por los maíces suene
de que las cañas rotas
dancen y desperecen:
¡eternidad que va
y eternidad que viene!

V
Las mesas del maíz
quieren que yo me acuerde.
El corro está mirándome
fugaz y eternamente.
Los sentados son órganos,
las sentadas magueyes.
Delante de mi pecho
la mazorcada tienden.

De la voz y los modos
gracia tolteca llueve.
La casta come lento,
como el venado bebe.
Dorados son el hombre,
el bocado, el aceite,
y en sesgo de ave pasan
las jícaras alegres.
Otra vez me tuvieron
éstos que aquí me tienen,
y el corro, de lo eterno,
parece que espejee...

VI
El santo maíz sube
en un ímpetu verde,
y dormido se llena
de tórtolas ardientes.
El secreto maíz
en vaina fresca hierve
y hierve de unos crótalos
y de unos hidromieles.

El dios que lo consuma,
es dios que lo enceguece:
le da forma de ofrenda
por dársela ferviente;
en voladores hálitos
su entrega se disuelve.
Y México se acaba
donde la milpa muere.

VII
El pecho del maíz
su fervor lo retiene.
El ojo del maíz
tiene el abismo breve.
El habla del maíz
en valva y valva envuelve.

Ley vieja del maíz,
caída no perece,
y el hombre del maíz
se juega, no se pierde.
Ahora es en Anáhuac
y ya fue en el Oriente:
¡eternidades van
y eternidades vienen!

VII
Molinos rompe-cielos
mis ojos no los quieren.
El maizal no aman
y su harina no muelen:
no come grano santo
la hiperbórea gente.
Cuando mecen sus hijos
de otra mecida mecen,
en vez de los niveles
de balanceadas frentes.

A costas del maíz
mejor que no naveguen:
maíz de nuestra boca
lo coma quien lo rece.
El cuerno mexicano
de maizal se vierte
y así tiemblan los pulsos
en trance de cogerle
y así canta la sangre
con el arcángel verde,
porque el mágico Anáhuac
se ama perdidamente...

IX
Hace años que el maíz
no me canta en las sienes
ni corre por mis ojos
su crinada serpiente.
Me faltan los maíces
y me sobran las mieses.

Y al sueño, en vez de Anáhuac,
le dejo que me suelte
su mazorca infinita
que me aplaca y me duerme.
Y grano rojo y negro
y dorado y en cierne,
el sueño sin Anáhuac
me cuenta hasta mi muerte.

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"ODA AL MAÍZ" - PABLO NERUDA, POETA CHILENO

América, de un grano
de maíz te elevaste
hasta llenar de tierras espaciosas
el espumoso océano.

Fue un grano de maíz tu geografía.
El grano adelantó una lanza verde,
la lanza verde se cubrió de oro
y engalanó la altura del Perú con su pámpano amarillo.

Pero, poeta, deja
la historia en su mortaja
y alaba con tu lira
al grano en sus graneros:
canta al simple maíz de las cocinas.

Primero suave barba
agitada en el huerto
sobre los tiernos dientes
de la joven mazorca.
Luego se abrió el estuche
y la fecundidad rompió sus velos
de pálido papiro para que se desgrane
la risa del maíz sobre la tierra.

A la piedra en tu viaje, regresabas.
No a la piedra terrible,
al sanguinario
triángulo de la muerte mexicana,
sino a la piedra de moler,
sagrada piedra de nuestras cocinas.

Allí leche y materia,
poderosa y nutricia
pulpa de los pasteles
llegaste a ser movida
por milagrosas manos
de mujeres morenas.

Donde caigas, maíz,
en la olla ilustre
de las perdices o entre los frIjoles
campestres, iluminas
la comida y le acercas
el virginal sabor de tu substancia.

Morderte,
panocha de maíz, junto al océano
de cantara remota y vals profundo.
Hervirte
y que tu aroma
por las sierras azules
se despliegue.

Pero, ¿dónde
no llega
tu tesoro?

En las tierras marinas
y calcáreas,
peladas, en las rocas
del litoral chileno,
a la mesa desnuda
del minero
a veces sólo llega
la claridad de tu mercadería.

Puebla tu luz, tu harina, tu esperanza
la soledad de América,
y el hambre
considera tus lanzas
legiones enemigas.

Entre tus hojas como
suave guiso
crecieron nuestros graves corazones
de niños provincianos
y comenzó la vida
a desgranarnos.

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"CANCIÓN DEL MAIZAL" - GABRIELA MISTRAL 

I
El maizal canta en el viento,
verde, verde de esperanza.
Ha crecido en treinta días,
su rumor es alabanza.

Llega, llega al horizonte,
sobre la meseta afable,
y en el viento ríe entero
con su risa innumerable.

II
El maizal gime en el viento,
Para trojes ya maduro;
Se quemaron sus cabellos
Y se abrió su estuche duro.

Y su pobre manto seco
se le llena de gemidos:
el maizal gime en el viento
con su manto desceñido.

III
Las mazorcas del maíz
a niñitas se parecen:
diez semanas en los tallos
bien prendidas que se mecen.

Tienen un vellito de oro
como de recién nacido
y unas hojas maternales
que les celan el rocío.

Y debajo de la vaina,
como niños escondidos,
con sus dos mil dientes de oro,
ríen, ríen sin sentido…..

Las mazorcas del maíz
a niñitas se parecen:
en las cañas maternales
bien prendidas que se mecen.

Él descansa en cada troje con silencio de dormido;
va sonando, va soñando
un maizal recién nacido.


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Imagen de portada: Jen Theodore / Unsplash