Luis Trasto es un joven pero experimentado productor musical de la Ciudad de México. En el tiempo reciente, ha alzado los oídos de los escuchas más exigentes y más habituados a los sonidos de la música electrónica por su interesante amalgama de procesos analógicos, pero a la vez con toques digitales que refinan su sonido.
Aunque ya se había presentado previamente en MUTEK México, lo había hecho con un dueto mucho más altamente bailable y enfocado en el dance floor, mientras que para la edición de los XV años fue invitado con su proyecto en solo Nueve Vidas a hacer lo propio en un entorno contemplativo pero no menos impactante.
Descubrirlo es como hallar que algunos de los actos favoritos de todos los tiempos y joyas de culto ocultas de la música electrónica —que estuvieron más activos hace décadas y que dejaron algunos discos inolvidables, como Seefeel, Autechre o Boards of Canada—, ahora existen completamente en vivo y con una reinterpretación más sustanciosa y nítida que nunca.
Al escuchar la música de Nueve Vidas, surge la inquietud y despierta el sentimiento de que actualmente se vive una especie de renacimiento del intelligent dance music y el ambient más sofisticado, pero además para el festival estrenó una colaboración visual impecable al lado de Rimiyoho, alias de un ilustrador que dio sus trazos digitales.
Por estos motivos, platicamos con Luis Trasto respecto a los procesos de esta interesante unión audiovisual, el cuestionamiento respecto a lo analógico vs. lo digital; y también reflexiones en torno a lo que vive el estado actual de la música en México y en el mundo:
____________________________
Pijama Surf: Sabemos que tienes un background en el techno y la electrónica. ¿Podrías contarnos un poquito de qué venías haciendo antes y cómo surgió Nueve Vidas?
Nueve Vidas: Nueve Vidas empezó en el 2011, cuando comencé a hacer un parche en un NORD Modular G2 que era mi único hardware en ese entonces y fue algo basado en la multiplexación, que es la técnica de combinar dos señales o fuentes en un solo medio. De ahí, poco a poco fui comprando mi modular y con Rodrigo de León nos empezamos a clavar en hacer techno con modulares bajo el proyecto Alias616.
Me encanta el techno pero los modulares son una cosa que da mucha cosquilla para experimentar y moverle. En el tiempo que no estaba enfocado al techno, seguía programando mi patch e integrándolo con Lemur en el iPad y aprendiendo a programar también ahí. El patch, la programación y la integración de hardware se fue ultracomplejizando hasta llegar a un punto donde la misión fue hacerlo más sensible, menos robótico, mas humano.
Entonces, tuve que empezar a desmenuzar conceptos de música clásica occidental y escalas tonales y volverlos números para darle alma a este sistema y al mismo tiempo generar una interface que me permitiera tocar el instrumento en vivo pero que al mismo tiempo respetara mis algoritmos y me diera el control a mí y no a al sistema.
Ahora siento que, por fin, tras años de gestar esta idea tengo un instrumento que puede expresar con un buen grado de fidelidad lo que tengo que decir.
PS: ¿El nombre Nueve Vidas tiene algún tipo de trasfondo espiritual, de reencarnación o algo más?
Nueve Vidas: No en realidad. Soy muy terrenal y no creo en nada más allá que en el amor que tenemos para darnos unos a otros en el corto tiempo que tenemos de vida. El nombre viene justamente de mi amor por los gatos.
PS: Estéticamente, ¿podrías decir que has recibido inspiración de la música bailable y el rave, pero también el IDM como los emblemas de Warp, algunas otros estilos o disciplinas artísticas?
Nueve Vidas: Sí, justo creo que la inspiración es el jungle, el drum and bass, techno, ambient y el rock progresivo. No sé si hago IDM o no, pero hay polirritmos, atmósferas y líneas típicas presentes en estos géneros.
PS: Musicalmente, entendemos que haces un complejo trabajo de síntesis modular y a la vez hay una especie de sincronía digital. ¿Podrías contarnos un poco de cómo haces esta interesante música electrónica?
Nueve Vidas: Tengo varias voces tanto digitales como analógicas y cada una está compuesta de un conjunto de osciladores diferentes que son disparados en base a un multiplexor. La comparación sería que tengo unas ocho guitarras con ocho ejecutantes; y cada guitarra tiene seis cuerdas… Pero cada cuerda está hecha de materiales distintos y suenan muy diferentes entre ellas.
El ejecutante o multiplexor sólo puede tocar una cuerda a la vez. Cada ejecutante tiene un compás específico y una relación de tiempo con el siguiente ejecutante, así como una relación de armonía musical. Entonces, la orquesta tiene una relación algorítmica que puede variar con el tiempo.
Todo surgió en mi cabeza primero y después mucha curiosidad de ver cómo sonaría esto. Todo lo digital y lo analógico —así como todas las guitarras— son procesadas por módulos que filtran determinadas frecuencias, dándoles así un lugar específico en el espectro auditivo total.
PS: Increíble. Cuéntanos un poco de tu primer EP. ¿Cuál fue la motivación o concepto detrás?
Nueve Vidas: Mi primer EP fue una combinación de pruebas que iba grabando mientras programaba el sistema. Mi padre estaba pasando sus últimos días en el hospital y lo llamé Prognosis por tal razón. Una colección de piezas que tienen que ver con esta fase:
PS: Actualmente… ¿sientes que hay un sentido de colectividad y reciprocidad en la música en México? ¿A ti qué es lo que más te nutre?
Nueve Vidas: Definitivamente hay colectividad, lo que creo que falta es trabajo en equipo y cohesión entre todos los engranes de la industria.
Vivimos en un tiempo difícil para este fin, el consumo de música es un proceso de masticar y escupir sistemático, un proceso inconsciente, entonces pone a todo mundo de puntitas viendo para dónde se mueve.
Hay colectividad y reciprocidad pero falta cultura que represente el trabajo que se está haciendo en nuestro país. Lo que más me nutre de este país es la gente, siempre abierta y amorosa a compartir, a colaborar, a enseñar.
PS: En MUTEK México estrenaste un show al lado de un ilustrador bajo el alias de Rimiyoho, dándole un toque verdaderamente místico e inesperado. ¿Cómo se dio esta colaboración?
Nueve Vidas: Hay una chica que se llama Tai La Bella Damsky, a la que le gustó mucho una pieza que presenté en el Museo Tamayo. Ella conocía a Fernando Sica (Rimiyoho) y nos presentó. Quedé encantado con su forma de trabajar porque era algo muy cercano a mi estilo de presentar en vivo. Lo que hace en sí es un performance, pinta todo en vivo y usa las manos y está en el escenario.
Visualmente, es bellísimo y crea estos mundos en los que te sumerges. Siento que esto viene muy análogo a lo mío. Entonces decidimos hacer todo un mundo visual y sonoro creado en tiempo real en el escenario y todo generado ahí a la vista.
Las computadoras son herramientas increíbles pero también establecen una pared entre audiencia y artista, la cual a mi parecer mata un poco el sentimiento de performance en vivo.
PS: ¿Consideras que hay cambios en el contexto y ecosistema de la música actualmente?
Nueve Vidas: Soy una rata de laboratorio. No sé qué está pasando, sólo sé que los ritmos latinos están tomando el mundo de la música. A nivel local, pues hay muchísimos buenos artistas: todo mundo ha mejorado y han aprendido a usar sus aparatos, estoy muy sorprendido al respecto. Prácticamente, a cualquier lugar que vayas ya es escuchar a alguien tocando su propia música y haciéndolo muy bien...
PS: Por último, ¿podrías compartirnos si tienes otros nuevos proyectos en el horizonte?
Nueve Vidas: Por ahora, trabajar en un nuevo EP para estrenar en una disquera canadiense con la que me siento muy en sintonía. Después, seguir trabajando en la lógica de mi sistema para volverlo cada vez más rico y que logre llegar a más gente. Pero sí… hay proyectos interesantes para el 2019 que esperemos se concreten.
Twitter del autor: @bizogramma