Había una vez un país entre el fuego y el hielo, donde la igualdad de salarios entre hombres y mujeres está garantizada por ley, y donde su primer ministro utilizó su ascenso en la escalera política para impulsar leyes de matrimonio igualitario para casarse con su pareja. Érase una vez Islandia.
Una joven islandesa fue trolleada severamente debido a algunos nudes filtrados, por lo que hombres y mujeres utilizaron el hashtag #FreeTheNipple para mostrarle solidaridad. Podría parecer otra protesta NSFW en redes sociales por bagatelas sentimentales del primer mundo, pero en realidad se trata de un arduo camino por la lucha de derechos civiles y económicos igualitarios para hombres y mujeres.
No se trata de la típica protesta estilo Femen, donde la desnudez femenina es utilizada como arma desestabilizadora de la opinión pública a través del supuesto "escándalo": se trata de una sociedad que no sexualiza ni asume que todo desnudo (especialmente el femenino) es "espectacular".
La igualdad en cuanto a derechos y obligaciones para todos los ciudadanos no es algo que se alcance fácilmente. En 2014, y por sexto año consecutivo, Islandia fue evaluada como el país con la menor brecha de género en el índice anual en la materia, publicado por el Foro Económico Mundial. El ranking toma en cuenta diferentes parámetros, incluyendo empoderamiento político, educación e igualdad entre trabajadores profesionales y técnicos, además de seguridad y sobrevivencia. (Los críticos dicen, sin embargo, que el mencionado índice mide brechas, pero que tales brechas son considerables, especialmente en cuanto al salario).
Para el observador externo pareciera que la igualdad no es un programa de gobierno, sino una cultura nacional. De hecho, llevan 150 años dando la batalla. Aquí algunos datos al respecto:
La diferencia parece radicar en la representación política de la agenda igualitaria. En 1980 (5 años después de la protesta por la igualdad económica), Vigdís Finnbogadóttir fue elegida como la primera presidenta de Islandia, además de la primera presidenta en Europa. Divorciada, madre soltera y actriz de vanguardia, la popularidad de Finnbogadóttir la reeligió por tres períodos más, hasta su retiro en 1996.
En 2009, Jóhanna Sigurdardóttir fue elegida primer ministro del país, la primera mujer abiertamente gay en ocupar el liderazgo de un Estado. Luego de impulsar leyes pioneras en matrimonio igualitario la primer ministro se casó con su pareja, Jonina Leosdóttir. Sin embargo, las uniones civiles del mismo género son una ley desde 1996.
Es curioso que un supuesto argumento en contra del feminismo afirma que solamente las mujeres se benefician de la igualdad civil y económica. En el año 2000, Islandia aprobó una ley que autoriza 3 meses de permiso pagado del trabajo para hombres y mujeres (con 80% de sueldo), con 3 meses adicionales repartidos entre ambos padres. Una reforma de 2012 autoriza 5 meses para cada padre y 2 meses para repartir.
El gobierno, además, paga 95% del cuidado infantil para los niños menores de 5 años, lo que equivale a una tasa de inscripción de 90%, y hace mucho más fácil que ninguno de los padres abandone su trabajo por cuidar a los hijos.
Es necesario tomar en cuenta que la población total de Islandia es de 320 mil habitantes, y Reykiavik, la ciudad capital, es más pequeña que la mayoría de las capitales del mundo. Sin embargo, constituye un experimento social invaluable para el resto del mundo acerca de los beneficios sociales de la equidad entre hombres y mujeres. Existen muchas corrientes feministas, pero la lucha por la igualdad de derechos y responsabilidades beneficia ulteriormente a hombres y mujeres. Se trata de cambiar las leyes, no sólo las definiciones.