William Burroughs celebra su cumpleaños número 101 (la altercultura está de fiesta)
Por: Luis Alberto Hara - 01/27/2015
Por: Luis Alberto Hara - 01/27/2015
Pocas figuras más prominentes, activas y populares en la altercultura del último siglo que William Seward Burroughs. Novelista estadounidense y padrino de múltiples creadores, personaje fundamental entre la generación beat y amigo de Andy Warhol, John Giorno, Lou Reed, Patti Smith, Bill Laswell, Francis Bacon, David Bowie, Keith Haring, Peter Ackroyd, Gilles Deleuze, J. G. Ballard, Angela Carter, Laurie Anderson, Gus Van Sant, Susan Sontag, entre miles más, heroinómano y brujo, influencia importante para Roger Waters, Genesis P-Orridge, Ian Curtis, Tom Waits, David Cronenberg y Kurt Cobain. Estos son sólo algunos de los innumerables roles que Burroughs jugó en vida.
Su magnética personalidad, su perversa lucidez y su agilidad metafísica le permitieron penetrar y luego trascender algunos de los canales más interesantes de la fábrica cultural del siglo XX. Entre el delirio y la brillantez, Burroughs fue confabulando una red de talento y subversión alrededor de su propia figura.
Su carrera artística podría segmentarse en cuatro etapas. Por un lado la de sus trabajos tempranos, a principios de los años 50, en la que el exceso de sustancias y su estancia en la ciudad de México y Sudamérica crearon una sinergia para estimular la intensa locura creativa de William Seward. En esta etapa, por cierto, escribió obras como Junkie y Queer. Posteriormente vendría el periodo cut-up, con viajes por Tánger, Londres y París, marcado por obras como Naked Lunch y, obviamente, The Cut-Up Trilogy. Una vez trascendida está intensa etapa, inauguraría su periodo de experimentación psíquica y multimedia entregándose a vanguardistas abstracciones sonoras, fílmicas y metafísicas. Finalmente vendría Burroughs el abuelo, etapa en la que ejercería una influencia casi paternal en decenas de talentosos artistas y pensadores, mitificando su vida (que siempre fue de por sí mítica) y reemplazando su característica vitalidad con una desbordante experiencia.
Burroughs nació en St. Louis, Missouri, en el seno de una familia acomodada (su abuelo era el dueño de Burroughs Corp, fabricantes de calculadoras y otros dispositivos). Tras estudiar antropología en Harvard y algo de medicina en Viena, se entregó por completo al llamado dionisíaco y en poco tiempo conocería a Ginsberg y Kerouac, un encuentro que derivaría en el híperinfluyente movimiento literario de la Generación Beat. Después de eso vendría la red de Indra, una estructura caprichosa que, alimentada por la toxicomanía y la creatividad, terminaría por forjar a un pilar altercultural del siglo XX.
Este próximo 5 de febrero se celebra el centenario del nacimiento de Burroughs, un tipo polémico, en algún sentido grotesco, pero innegablemente trascendente.
Algunas frases que condensan la personalidad y filosofía de WSB:
Los artistas son los verdaderos arquitectos del cambio y no los políticos o legisladores que aplican el cambio luego de que sucedió.
El sueño americano es precisamente un intento de borrar el sueño de existencia. El sueño ocurre espontáneamente y, por tanto, es peligroso para un sistema de control creado por la falta de soñadores.
La droga es el producto ideal... La mercancía definitiva. No hace falta literatura para vender. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar que le vendan... El comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente.
Soy un fantasma que desea lo que todos los fantasmas -un cuerpo- después del largo tiempo que estuve cruzando avenidas inodoras del espacio sin vida al no olor incoloro de la muerte...
Obras literarias: