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Un par de postadolescentes diseñan un aroma a goma de mascar frutal para suplantar ese arquetípico perfume femenino

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En una era en la que la creatividad, la innovación y el emprendedurismo están de moda no debiera sorprendernos que emerjan un sinnúmero de servicios y artículos que destacan por ser ridículos, ofensivos o francamente estúpidos. Y precisamente este es el caso de un producto llamado Sweet Peach, el cual además de combatir infecciones vaginales como muchos otros, ofrece como valor agregado el hacer que tu vagina despida un olor a durazno. 

Ideado por Austen Heinz y Gilad Gome, un par de jóvenes que encabezan el startup de biotech Cambrian Genomics and Personalized Probiotics, Sweet Peach propone entre líneas que un aroma artificialmente frutal es mucho más disfrutable que el olor original de las mujeres. Y es más, su motor comercial es sugerir que ellas debieran avergonzarse o intentar ocultar su aroma original para así "rankear" mejor en el mercado.

Lo anterior no sólo es ofensivo, sino esencialmente ridículo y antinatural. La sola idea de que una pareja de postadolescentes diseñen un aroma a goma de mascar frutal para suplantar ese arquetípico perfume que ha movido a navegantes, dioses, guerreros y otros a lo largo de la historia humana es risible y, peor aún, refleja una radical desconexión frente a la única perfección asequible para el hombre, la naturaleza.