Graciela Iturbide: la fotógrafa que hizo del Día de Muertos un espejo de México
Arte
Por: Carolina De La Torre - 10/27/2025
Por: Carolina De La Torre - 10/27/2025
Graciela Iturbide ha dedicado su vida a mirar de cerca lo que otros apenas se atreven a observar. En su fotografía, la muerte no es un fin, sino un espejo. Desde los años setenta, su cámara ha recorrido pueblos, procesiones y rituales mexicanos que revelan la relación singular que este país mantiene con el duelo, la fe y la celebración.

La fotógrafa, nacida en Ciudad de México en 1942, se formó bajo la guía de Manuel Álvarez Bravo. Pero fue su propia historia —la pérdida de su hija a los seis años— la que definió el tono íntimo y simbólico de su obra. Desde entonces, Iturbide ha explorado la muerte no como tragedia, sino como una presencia constante que acompaña la vida cotidiana de México.

Entre sus fotografías se encuentran procesiones con calaveras de cartón, niños disfrazados de la muerte y altares donde el gozo y el dolor conviven que fueron tomadas Chalma en 1986. En su sitio oficial aparece una de sus imágenes titulada Día de Muertos / Day of the Dead (Ciudad de México, 1974), testimonio de su mirada temprana hacia esta festividad que mezcla el rito indígena con la herencia católica.

Iturbide ha dicho que en todas las peregrinaciones y fiestas mexicanas, siempre está la muerte, en la fantasía y en la realidad. Su lente no busca exotizarla, sino entenderla: la muerte como parte del tejido social, como rastro cultural y como reflejo de identidad.

Aunque no existe una serie formal llamada “Día de Muertos”, la temática aparece una y otra vez en su trabajo. La fotógrafa ha tejido un archivo visual que capta esa manera tan mexicana de convivir con la muerte.

Sobre esta celebración, Iturbide ha señalado: “Otra vez el mestizaje… nos llegan cosas de allá y cosas de allá para acá, en la tradición del Día de Muertos”. Su mirada reconoce la mezcla de mundos que construye la identidad mexicana: lo indígena y lo europeo, lo espiritual y lo terrenal, lo sagrado y lo festivo.
El Día de Muertos, visto a través de su cámara, deja de ser un espectáculo de color para volverse una reflexión silenciosa: la muerte no es ausencia, es memoria. Y en las fotografías de Graciela Iturbide, esa memoria sigue viva, entre sombras, flores y miradas que parecen hablar desde el otro lado, cuando el día de muertos estaba lejos de la globalización.